Leonard Quercus
Registrado: 13 Dic 2006
|
Publicado: Mar Ene 15,
2008 8:44 am
Asunto: PERO LO NUESTRO ES PASAR |
|
|
Las pasadas Navidades han
sido las primeras que hemos vivido los habitantes de mi pueblo
bajo el gobierno de un partido político de cuyo nombre no voy
a acordarme. Eso ha significado incluso en palabras de
alguno de los votantes del partido opositor (de alguno, digo,
que hay quien seguiría optando por su grupo de siempre por más
que su grupo de siempre presentase como cabeza de lista a un
muflón) más flores en las zonas verdes, más seguridad, más
limpieza y una iluminación para las fiestas que en número de
bombillas podía haber rivalizado con la iluminación de la isla
de Manhattan. Digo sólo en número de bombillas porque la
luz que irradiaban las susodichas era de un color azul
espacial que hacía daño a kilómetros y kilómetros. Eso, lo
de que era la iluminación de un color azul espacial, me hacía
pensar que una mañana remota de una primavera de muchísimos
años antes uno de los que fue mi profesor en el colegio en el
que estudié hasta el verano en el que vine a alcanzar la
mayoría de edad le preguntaba insistente a un compañero al que
con el tiempo habríamos de bautizar como Alvarito Duncan Dhu
por qué nombre se conocía a esos fantásticos superhombres que
se dan pirulos por el universo sideral en sus cohetes
ultrasónicos. - Los espaciales – le dijo mi compañero.
- Pero...¿cómo los espaciales? - Sí – respondía
Alvarito acompañando sus palabras con movimientos de las manos
-; los espaciales... Dos o tres años más tarde del
episodio acaecido en mi colegio apareció en el panorama
turfístico español un caballo al que llamaron Spacial.
Spacial. Con ese líquida. O pronunciado espacial, como lo
hubiera pronunciado Alvarito Duncan Dhu o el enorme y difunto
Daniel Vindel, que pronunciaba danzin nize, sí feiri o sani
nais. Yo ahora no recuerdo a Spacial tan bien como
recuerdo a Alvarito Duncan Dhu, que seguirá asombrando al
mundo por su parecido inverosímil con Mikel Erentxun, pero
creo que era Spacial un útil caballo de primera parte de
hándicap, buen velocista, castaño, nerviosote, pequeñito y
recortado. Y me da la sensación de que pertenecía Spacial a la
estupenda Cuadra Machín, que buenas tardes de gloria nos
brindó con caballazos como La Sera, El Pelícano o el bello El
Cri Cri. No recuerdo, como escribo, apenas nada de
Spacial, pero Spacial y Alvarito quedaron para siempre unidos
en mi memoria y las pasadas Navidades el color galáctico de
las bombillas de la iluminación que colocaron en mi pueblo me
hizo volver a otras Navidades a cuyo término yo habría de
encontrarme de nuevo con mi compañero Alvarito o de nuevo a
disfrutar con el galope de Spacial. A lo peor las únicas
Navidades verdaderas. Todo lo que existe sobre la tierra
debe extinguirse. Deben extinguirse las cosas bonitas como los
árboles, las estrellas o algunas mujeres y deben extinguirse
las cosas feas. Incluso la ramplona voz de este ramplón
Leonard, querido Nereo, queridos Razonable, Amacuga, Arturo,
Avotei, Jazz o Dzudo, debe extinguirse. Así debe ser. Y
así debe ser porque quizá si lo que existe hoy sobre la tierra
no se extinguiese ya nada podría venir a la vida. Y no
creo que nada ni nadie querría alcanzar una hipotética
inmortalidad si ello conllevara que no se pudiese escuchar
nunca más la primera risa de un niño, si ello evitase que
nadie pudiese volver a sentir el éxtasis del primer beso, o si
eso significara privar a nuevos aficionados de vibrar con la
emoción de una carrera de caballos. De lo que se trata es
de llenar las horas que nos tocan con amistad, paz,
tranquilidad, familia y amor. Ya no queda siquiera el eco
del galope de Spacial sobre la pista de La Zarzuela, y de
Alvarito Duncan Dhu no he sabido nunca nada más ni por
referencias indirectas. Es el momento de aprender, de no
dejar pasar la ocasión, porque las personas nos hacemos viejas
demasiado pronto e inteligentes demasiado tarde. Eso es al
menos lo que dicen los que saben de esto un
poco. _________________
| |