Leonard Quercus Registrado: 13 Dic 2006 |
Publicado: Lun Oct 15,
2007 7:50 am
Asunto: UN HOMBRE LLAMADO CABALLO |
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Nouvel An fue el primer
caballo de carreras en tener conciencia de ser un caballo de
carreras. Hoy, la evolución, de igual forma que hay a
personas a las que les ha privado de la muela del juicio, ha
conseguido que no pocos pura sangres sepan de su bestial
condición de pura sangres. Y muchos de entre ellos han llegado
a aceptarlo, incluso, sin dramatismos. Aquellos de los
miembros del foro versados en el lenguaje de los caballos
convendréis conmigo en que El Poeta, pongo por caso, sabía que
era un caballo de carreras. Y Poncio. Y Tailga también sabía
de su calidad de yegua de competición. Lo supieron Bidjar,
Juerguista, Bable, Reckord, Castropol, Private Ponca y
Campomanes y, bajo el sol de hoy, lo saben también Ensis,
Trajanus, Nurenieva, Alabardero, Tough of Kintyre,
Montecarmelo, Emerald Princess y La Chata, por citar a los
primeros que me vienen a la mente. En los tiempos de
Nouvel An, por el contrario, podían contarse con los dedos de
una mano (y sobraban dedos) a los équidos que habían
desarrollado la facultad de la ciencia. Y, por supuesto,
Nouvel An era el más significativo. Nouvel An, un portento
de la naturaleza propiedad de la Asociación Cimera-Martorell,
fue el mejor caballo que galopó por las pistas españolas en
las primeras décadas del Siglo XX. Su tranco demoledor no
tenía parangón y alucinaba con su estilo flamenco a los
aficionados que acudían fieles a los Hipódromos de La
Castellana y de Legamarejo -allá en los terrenos cedidos
por la Casa Real en el Real Sitio de Aranjuez-, y al Hipódromo
de San Sebastián. En 1919 se impuso en el Gran Premio de
Madrid, prueba que conseguiría en otras dos ocasiones (siempre
con Archibald a cuestas), y en el Gran Premio de San
Sebastián, lo que supuso uno de los primeros hitos en la
historia de nuestro Turf. Nouvel An había nacido en 1915,
y era un caballo coqueto que disfrutaba con los piropos y
miradas de complacencia de las que a cada momento era objeto.
Según palabras del Conde de la Cimera, Nouvel An tenía un
brillo de inteligencia anómalo en los ojos y un aire de
suficiencia que lo hubiera distinguido entre un millón:
“Había veces que parecía capaz de hablar. Creo que, de
haberlo intentado, habría logrado pronunciar 30 ó 40 palabras
en nuestra lengua”. Julián Bardece Saribiarte, cronista
hípico de la época, resume así la apariencia casi humana del
carácter de Nouvel An en su libro Talentos de Campeonato,
publicado en 1931 por la Editorial Bona Fidei (págs. 54 y
siguientes): “Nouvel An no era un caballo cualquiera
(...). Se habría dicho de él que podía haber asimilado a la
perfección la mecánica de las cuatro reglas y pasajes enteros
de los libros del Viejo Testamento. Definitivamente, si
Nouvel An no se hubiera dedicado a aplastar a sus rivales en
los Hipódromos habría sido seleccionado para competir por un
Premio Nobel”. Pero lo más asombroso estaba todavía por
venir: hubo quien en serio afirmó que, en sus últimos años,
Nouvel An se defendía perfectamente con los mecanismos
rudimentarios del Fox Trot –el baile inventado en Norteamérica
en 1914 y que andaba por entonces pegando fuerte en Europa-,
que era un entusiasta de las películas de William Powell
(Desert Gold, Beau Geste, Love´s Greatest Mistake...), y que
había adquirido una cierta noción sobre la muerte. Así
era; Nouvel An, que ganó tres veces el Gran Premio de Madrid y
que fue un caballo coqueto que disfrutaba con las miradas de
complacencia de las que era objeto, temía tanto a la oscuridad
de la muerte que se prometió a sí mismo derrotarla y regresar
de nuevo como vencedor para disfrutar otra vez bajo el azul
celeste del firmamento. Nouvel An volvió a la vida el 14
de Octubre de 1970, ayer hizo treinta y siete años.
Estudiante aplicado y soñador imperecedero partió antes de
la pubertad y tras su periplo por un colegio de ministros de
Dios a Saelices, entre Tarancón y Uclés, un pueblecito de
Cuenca situado a lomos de un cerro donde conoció a su primer
amor. Lector infatigable y escritor ávido, poeta
melancólico, amigo de sus amigos, sensible hasta el extremo,
honesto y generoso, paciente y apasionado, educado y
divertido, Nouvel An vino a renacer, cómo no, en el seno de
una familia aficionada a los caballos. Y se hace llamar
Diurno, que es el nombre del caballo que ahora ha elegido.
Y me confesó no ha mucho que le gustaría ser reconocido y
nunca olvidado. Pues eso está hecho, Pedro. Muchas
felicidades. Y que cumplas muchos
más. _________________
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