A Galopar & Turfinternet
Opiniones, comentarios, consultas y sugerencias sobre cualquier tema relacionado con las carreras de caballos

FUE SUEÑO AYER, MAÑANA SERÁ TIERRA
Autor Mensaje
Leonard Quercus

Registrado: 13 Dic 2006
MensajePublicado: Lun Jul 02, 2007 2:06 pm    Asunto: FUE SUEÑO AYER, MAÑANA SERÁ TIERRA

Ahora mismo, mientras escribo, estoy escuchando Everybody Wants To Rule The World, el primer tema musical que se escucha en la película Los Amigos de Peter -una película de Kenneth Branagh que narra la historia de un grupo de amigos que se vuelven a juntar al cabo de muchos años- y una de las canciones que me transportan aún sin yo quererlo a ese pasado en el que tú ibas a estrenar tu flamante Opel Corsa, en el que tú ibas a terminar los exámenes de quinto de carrera, en el que vosotras ibais a comenzar a pintaros la raya del ojo para ir a la disco de moda de vuestra ciudad; un pasado en el que Cyndi Lauper aún era la rival número uno de Madonna, un pasado en el que Eva Nasarre habría de intentar ponernos en forma a la mayoría, y un pasado en el que Richal y Casualidad dominaban los Grandes Premios de Madrid.
Todos estuvimos allí. Incluso los más jóvenes de entre nosotros estuvieron allí, en ese pasado.
En el Hipódromo, una señora que bien hubiera podido pasar por miembro de número de una Órden Mendicante vendía nubes y escalofríos en los aledaños de la cancela verde, el Peluquero acudía a ver a Zalduendo los días que Zalduendo competía, el Platanito ilustraba a propios y a extraños con sus pancartones asimétricos, y Torrebruno revendía sus boooomboneshelados con sus arreas y sus camisas de lino.
Para Ángel -que tenía las manos llenas de heridas que se hacía podando los rosales- todo estaba claro, pero a toro corrido, y Enrique destrozaba los vasos en los que se hacía servir sus bebidas de muchos grados estampándolos contra las paredes al terminar la última si se sentía estafado por el pirata de Medina.
Arturo, el hombre del puro, causaba la hilaridad de los niños, el asombro de los mayores, el estrépito de los mozalbetes, y la sonrisa fugitiva de las treintañeras con sus involuntarios resuellos de búfalo.
Alfonso, el que se ganó la gemela con Pier Luigi porque yo se la había previsto, oteaba desde su metro setenta y poco sus alrededores en el paddock sin soltar su mariconera, y el Duque paseaba con su tranco grácil y sus prismáticos de trece kilos por sobre el césped de los privilegiados.
El padre de Chema siempre me dejaba a deber un durito si me acercaba a cobrar en su taquilla las apuestas ganadoras y Risueña´s Witch (sí, Risueña´s Witch) fijaba sus ojos de chino en los monitores mientras repasaba su fajo tremebundo de boletos arrugados.
Ramón Mendoza, que en paz descanse, y que no llegó a botar en La Zarzuela como luego llegaría a botar con sus partidarios merengones, le explicaba sosegado el manejo del timón a su discípulo Sanz, y le hacía hígados de buen talante a las tagarninas de arriero del joven Lorenzo.
La niña Natalia, de la cuadra Regaderas, levantaba en vilo a este Leonard niño como quien levanta una nuez, y su hermano mayor -el de la Natalia niña- vociferaba en el paddock si las lluvias de Octubre le ensopaban el atuendo. Blanca Suelves lucía su palmito de tanto en tanto, Enrique Martín, que aún no peinaba canas y que se solaza diciendo What a Caper, ponía su mejor cara de gendarme francés para dar los dividendos de la QH, y Marisa Abad ensayaba sonrisas en el aseo de señoras para deslumbrar a una España que aún se reconocía por las calles.
Por entonces los aficionados que seguíamos las carreras desde la Tribuna de Preferencia no teníamos ninguna torre maldita que nos censurase parte de la recta final, y hubo días cercanos a la Navidad en que éramos tan pocos en el Hipódromo que no faltaban los que proponían que personalizásemos uno de los árboles de la entrada como Árbol de Navidad y con regalos para todos.
Algunas tardes, si la climatología acompañaba, los más pequeños de entre los pequeños se aposentaban como indios en las praderas en torno a un juego de mesa, y, algunas veces, el incombustible J.A.R., que sigue combatiendo a la melancolía con sus fotos eternas y su sombrero de pescador, los habría de tomar como argumento principal para la portada de la revista.
Los más hambrones plantaban cara a la necesidad con medianoches rellenas de embutidos, y no imaginaban, ni aun en sus sueños más revoltosos, que llegaría la época en la que un salchichero acamparía como un cherokee al lado del paddock para vender vituallas a precios de loco.
La canción Everybody Wants To Rule The World consiguió que a Tears For Fears se los considerase el mejor grupo musical de 1985, el año en que Richal habría de ganar de forma consecutiva -también lo había conseguido el año anterior - su segundo Gran Premio de Madrid, y ahora mismo, mientras escribo, escuchándola, no dejo de pensar en lo curioso que resulta el hecho de que los hombres y las mujeres asociemos determinadas canciones con determinadas etapas en nuestra vida.
Yo así, a bote pronto, recuerdo la canción de Gimme Hope Jo´anna, de Eddy Grant, como la banda sonora de mi verano de 1988, el año en el que Vichisky con Cefe se había llevado el Gran Premio y el verano de mis quince años; recuerdo del verano de 1989 -el verano que siguió al triunfo de Villa d´Este en la tamaña prueba- el Aquí No Hay Playa de The Refrescos y la Lambada de Kaoma; recuerdo los dos primeros años de la década de los noventa -coincidiendo con la hegemonía de Akelarre y de Monet- envueltos en la espiral que se formó tras el paso del huracán dominicano de Juan Luis Guerra y sus 4.40; recuerdo el Amigos Para Siempre del año de Dariyoun y el Sin Documentos del año de King Cobra; El Canario, La Macarena, la de ese toro enamorado de la luna, el Mambo Number Five, La Bomba, La Mayonesa y El Aserejé durante la década ignominiosa, y me paro en la de Opá, Yo Viazé un Corrá del año pasado, cuando ganó la Reina.
Durante esta temporada de Primavera, que ya no volverá, tú has venido hasta el hipódromo sentado en tu Audi, y quizá acordándote alguna vez con un mohín triste y dulce de tu viejo Opel Corsa; tú, que estás ejerciendo como abogado de prestigio para una de las más afamadas firmas de la capital, y acaso mientras piensas por qué no estudiaste Literatura, recuerdas el año de Richal y la canción de Tears For Fears; y vosotras, que en alguna ocasión al pasar por el solar donde estuvo la disco de moda de vuestra ciudad no podéis reprimir un suspiro doloroso, habéis cambiado la raya del ojo por una crema revitalizante para el contorno.
Y todos, seguro, hemos rememorado algún domingo a quiénes -como a lo mejor el Platanito, el Peluquero, o Torrebruno- combatían el hambre con medianoches rellenas de embutidos igual que el incombustible J.A.R. combate la melancolía con sus fotos eternas y fenómenas, o a quienes distraían la necesidad con los escalofríos y las nubes de la señora medieval de la cancela.
En este 2007 que ya tiene siete meses Premier Galop se ha llevado el Gran Premio de Madrid. El GPS, como lo bautizó en base a la fonética de su pariente de Sanlúcar el nunca lo suficientemente bien ponderado Lorgot.
Premier Galop se ha llevado el Gran Premio de Madrid, y quizá alguno de vosotros ya haya asociado su victoria con alguna canción o con alguna tonadilla.
Yo tendré que esperar al menos dos o tres meses para unir metafísicamente al hijo de Séptimo Cielo con alguna música o con algún acontecimiento.Y cada uno habremos de esperar un tiempo aún para ver si tenemos Galope para rato, por ver si se da -como algunos proponen- un enfrentamiento del Trueno y del Galope, por ver si la Reina aún puede subir uno o dos kilos, y por ver si la torre maldita a la que el diablo confunda cae desguazada ante los apremios de los del foro.
Y quizá a la vuelta de muchos años, tantos como pasaron los amigos de Peter sin verse en la película de Kenneth Branagh, tú ya no conduzcas un Audi ni un Opel. Y quizá te traigan sentado en el asiento del pasajero, como mi padre acercaba al Peluquero a Moncloa mientras el Peluquero jugaba con el pivote que nos decía si el seguro de la puerta estaba o no echado y nos hablaba de Zalduendo.
Quizá no conduzcas y te acerquen a la Moncloa, como el Platanito acercaba a nuestra Palomitu en su Vespa sempiterna hasta el Arco de la Victoria.
Y quizá tú estés ya jubilado. Quizá estés ya jubilado y no te acuerdes de que eras un abogado de prestigio y de que te examinaste de los finales de quinto de carrera el año que la canción Everybody Wants To Rule The World consiguió que se considerase a los Tears For Fears como el mejor grupo de 1985; y quizá te puedas ya leer un libro por semana, que es lo que deseas desde que Richal ganó su segundo Gran Premio de Madrid.
Y quizá tú te acuerdes todavía de Risueña´s Witch, que comprobaba su fajo arrugado de boletos tras clavar sus ojos de chino en los monitores en blanco y negro.
Y seguro que vosotras, que quizá hayáis ganado la batalla a las arrugas impertinentes, o quizá no, volveréis a pensar en una discoteca en la que, una vez, bailábais al ritmo de Eddy Grant pensando que mañana domingo Villa d´Este con Medina se iba a imponer en el Gran Premio de Madrid.
Y quizá tú que ahora vas a sonreir te acuerdes de que la víspera de ese 3 de Julio en que cumplías treinta y tantos un amigo que escribía te felicitó con una treta subrepticia dedicándote su milonga, y quizá sigas pensando en que no hay mayor verdad que lo que canta tu armario sobre el reflujo del pasado y en que no hay añoranza más traicionera que la añoranza de los olores.
Y todos nos acordaremos de los que nos faltan: de los que engañaban al hambre con medianoches o salchichas, de los que la distraían con escalofríos o piscolabis que se acercaban desde casa, de Ángel, que podaba los rosales, de Enrique, que estampaba los vasos contra las paredes.
De Arturo, el hombre del puro, que ahuyentaba a los mosquitos con su fuelle de bisonte.
Pero ellos nos mirarán, nostálgicos y sin censura, y escuchando canciones incorpóreas de jirones y de cipreses, desde cualquier punto del hipódromo desde donde sus almas turferas se aposenten como indios para vencer la ilimitada soledad de la muerte con la afición indestructible a las carreras de caballos.
_________________
Página 1 de 1