Leonard Quercus
Registrado: 13 Dic 2006 |
Publicado: Lun Jun 18,
2007 5:32 am
Asunto: MILONGA DE ESTE FORERO Y TOUGH OF
KINTYRE |
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Fue inevitable, porque la
mañana de ayer era propicia para las cosas más buenas.
Durante la noche del sábado al domingo yo había escuchado
sin parar entre los vaivenes del sueño como las gotas de una
lluvia insomne golpeaban persistentes la persiana de la
habitación -igual que un galope leve-, detrás de las cortinas
que una vez le sirvieron a Salmonete, que era igual que su
madre, Sariboy, para ocultarse travieso del alcance de mi
vista. Luego, cuando al fin abrí los ojos, poco antes de
que mi hija abordase la habitación viniendo desde la cocina y
dejando por el pasillo el eco de su galope fino, la penumbra
apacible y anómala de un 17 de Junio atípico me hizo reparar
en que la jornada, además de aparentarse prometedora, sería
para mí climatológicamente perfecta. Las calles del pueblo
en el que yo vivo, que ahora celebra sus fiestas, amanecían
desnudas y quietas en el fragor de la lluvia, y del sol nadie
iba a dar noticia hasta pasadas las cinco de la tarde. Yo
habría de llegar a La Zarzuela cuando apretaba el aguacero,
allá por la hora en la que el salchichero aplica la candela a
su carbonera mientras los jockeys sin fortuna se pasean desde
la Pelousse. Y seguía prometiendo la mañana... Creo
que fue Talleyrand el que dijo que la política consigue
extraños compañeros de cama, aunque tan brumosa frase ha sido
atribuída también a Sir Wingston Churchill y a don Manuel
Fraga. Afortunadamente, y en orden a aletargar las dudas por
cuanto a la patente de dicha frase, Groucho vino a corregirla
aclarando que es el matrimonio, y no la política, la
institución que verdaderamente consigue extraños compañeros de
cama. Aquí, las señorías de este foro, no sé si hemos
conseguido extraños compañeros de cama, pero sí que hemos
logrado de momento no pocos hitos históricos: hemos sacado a
la luz a poetas desterrados para acercarlos al Parnaso, hemos
apoyado cibernéticamente a la valiente mujer de un camarada
querido para traer al mundo a un precioso Asier (que no
Azuer), hemos pasado las horas de los días tristes y acelerado
aún más las horas de los alegres, y hemos creado de la nada
una amistad metafísica que ya orbita como un satélite en el
espacio sideral. Yo, a The Grey, lo descubrí al tiempo que
los demás y que a los demás. Mi irrefrenable imaginación
tolkieniana lo concebía en un principio como un ser espiritual
y mágico ataviado con una túnica solemne hasta los tobillos y
armado de un báculo extenso y poderoso. En mis onirismos,
aparte de con el báculo y con la túnica, me lo imaginaba
hombre de peso y sosegado, y le concedía el tono cavernoso de
Pepe Mediavilla, el estupendo actor de doblaje encargado de
prestar su voz a los personajes de Ian McKellen y de Morgan
Freeman. Me gustaba pensar en The Grey como esa parte del
foro amiga y cercana inmersa en la vorágine de los
propietarios, y me suponía siempre una placidez infinita
saberlo en todo momento como uno de los nuestros allende las
fronteras de los acreditados. Luego conocí a Tough...
Era la mañana de ayer propicia para las cosas buenas.
Claudio Carudel iba a recibir la ovación más grande del mundo
apuntada en un grupo reducido, Rituss habría de demostrar que
sí tiene el motor que le adjudicaba a priori Jose Luis de
Salas, Trueno Negro en su salsa despejó todas las dudas
posibles sobre su calidad de crack, y el caballo de todos
nosotros, Tough of Kintyre, ganó como a él le gusta ganar:
creciéndose en la lucha. Por mensajes subterráneos entre
nosotros yo sabía cómo encontrar entre la multitud a Morna y a
The Grey, pero, en cambio, no estaba preparado para lo que
sucedió cuando los encontré. Tough of Kintyre, en aquel
instante, ya destacaba en el paddock. Es verdad que Stanisless
aparecía también muy bella y que a mí me dio por pensar que Al
Precedent con Roberto Montenegro y la pista pesada se lo
podría poner muy difícil a nuestro caballo del foro. Creo
que Morna, cuya sonrisa amable sólo se ve superada por la
simpatía que despierta de manera inmediata, se puso aún más
nerviosa de lo que ya estaba cuando este pequeño desconocido
con la cabeza rapada e impermeable de guardacostas se colocó
sigiloso a su lado en tanto le preguntaba por las trenzas de
su Toughy. Morna, que tiene un estilo divertido y juvenil,
se encontraba flanqueada por sus dos hijas maravillosas. La
mayor, que lleva su nombre, y que tiene unos ojos verdes
arrebatadores y bondadosos, ha heredado la sensibilidad de su
madre. La hija pequeña, que llegará hasta donde quiera, es
morena como su padre y la viva imagen de la fuerza. Y
luego conocí a The Grey... Volé para apostar a Toughy.
Apenas me dio tiempo en mi carrera tras despedirme de Morna y
The Grey para musitar un hola a Tolo y un adiós a Olindo en el
trayecto hacia las taquillas, y para contemplar de soslayo a
Mario Julio Pérez, que hoy no vestía vaqueros, departiendo
amistoso con Mauri Délcher. Me apuré para solicitar de la
señorita de la taquilla, una pelirroja resalada a la que sé
que algunos jovenzuelos enamoradizos apodan "la rastafari", mi
ganador y mi colocado al dos, por favor, y puse rumbo
nornoroeste a mi escaño en la tribuna portátil que un día se
concibió como provisional. Toda vez allí, una vez dado el
banderazo del juez oficial y tras la carrera corta de Cachi
Balcones, me sentí fatal cuando a través de mis prismáticos
pobres vi a Jose Luis Martínez mover a Tough of Kintyre ya en
la mitad de la recta de enfrente; en seguida, cuando lo vi en
en el barullo de la Curva del Pardo sin apenas espacio para
venir me precipité hasta el borde del colapso, y cuando
pensaba ya que nos volveríamos a quedar con la miel en los
labios tuve un acceso de pánico; pero cuando le descubrí un
carril apropiado para desarrollar ese final demoledor que
apabulla a los rivales me coloqué de un salto a la grupa de
una aficionado encantador y argentino que sigue las carreras
desde la fila de asientos anterior a la mía y del que otro día
os contaré algo, y le infligí al argentino con el programa
hecho un rollo dos fustazos de penitente. Al terminar la
carrera, corriendo aún más de lo que había corrido antes para
dejarme las manos aplaudiendo desde mi puesto en el paddock a
una pareja que no debió ausentarse nunca de estos parajes, y
tras excusarme con el aficionado argentino y encantador, iba
pensando en que las hijas de Morna y The Grey juegan en casa a
las Carreras cabalgando un calefactor portátil al que también
le pusieron nombre. La pequeña, que no tiene más de cinco años
y que correteaba feliz ayer con sus catiuscas de color rosa
con la copa en la mano por el recinto de los insignes, es la
que, además, retransmite las pruebas para ambas. Iba
pensando en que las hijas de Morna y The Grey juegan en casa a
las Carreras y en que el silencio de los envidiosos, como dijo
don Santiago Ramón y Cajal, es el mayor elogio al que puede
aspirar un triunfador. Morna y The Grey, como también me
lo parecieron no ha mucho Peintre Celebre y el resto de sus
compañeros de la Asociación la Concordia a los que pude
conocer cuando les fui a presentar mis respetos por lo de King
Priamo, son parte ineludible de la familia que conformamos en
esta página los amantes de este fregado, y si somos nosotros
mismos los que no sabemos comprender o enfocar las reacciones
humanísimas de una pareja de propietarios jóvenes tanto cuando
su caballo es el primero como cuando no está tan afortunado,
deberíamos optar por ese silencio sacrosanto del que hablaba
el Premio Nobel español. Yo tuve la suerte de encontrarme
junto al hijo de los dueños de Golding Star la mañana en que
la fantástica potra se coronó en el Beamonte. Como ya os dije
en su día, aquel fue uno de los momentos más emotivos para mí
desde que reabrieron La Zarzuela, puesto que el contemplar los
ojos de un hombrón de ciento cinco kilos llenarse de agua como
los aljibes del cuento por motivo tan saludable es un
espectáculo digno de una tragedia tierna y shakesperana. Mas
ayer, ilustrísimas, cuando Morna apenas alcanzó a sujetar unas
lágrimas de felicidad que le nacían prestas tras la batalla,
yo, empapado en un llanto que no acudió a nublar la pupila
sólo por vergüenza torera, pensé que el capítulo emotivo del
hijo de los dueños de la Golding, no era, al lado de lo que yo
estaba viviendo en aquellos instantes como secundario con
frase en la película de la penúltima, más que una derivación
jocosa de cualquiera de los diálogos más hilarantes en El
Santo de la Isidra. Dijo Arifán hace unos meses que para
él era un orgullo pertenecer a la familia del Turf; Morna, que
se emociona viendo con su hija mayor las películas de Disney
de ayer y de hoy, sabe, porque yo se lo dije, que posiblemente
el récord mundial de ñoñería cinematográfica lo ostente yo,
que no puedo reprimir las lágrimas en la escena final de Los
Gemelos Golpean dos Veces -título de uno de mis artículos
semanales y de la película de Ivan Reitman-, cuando la madre
pintora de los hermanos llega a la agencia fundada por ambos
con la recompensa por la entrega del motor robado con un osito
de peluche en el pecho. En uno de los lances de dicha
película, Arnold Schwarzenegger, abrazando a su gemelo Danny
DeVito, le consuela con la idea de que él, el personaje de
Danny, Vincent Benedict, siempre pertenecerá a una familia en
la que, con independencia de cómo se comporte ("aunque hayas
sido malo"), siempre se le querrá. Si, efectivamente, una
familia es un conjunto de personas dispuestas en todo supuesto
a perdonar, a pasar por alto, y a amar incondicionalmente,
"incluso a los que hayan sido malos", nosotros, que formamos
parte de la familia sideral de Morna y The Grey, como formamos
parte de la familia sideral de Shamardal, Cludmilor, Natalma o
Lucifer Chief, debemos perdonar (si hubiera algo que
perdonárseles, que no lo hay), pasar por alto sus agravios
(que nunca lo fueron), y apreciar, cuando menos, a esa
maravillosa pareja de jóvenes propietarios que, como nosotros,
tienen hijas que juegan a las Carreras en casa con
calefactores con nombre a los que conducen en primeras partes
de hándicaps, que se emocionan con lo que les toca y se
cabrean con lo que les molesta, y que honran con su amabilidad
y su talante generoso a esta circunstancia de nuestras vidas
que abrevia las horas de los días más alegres y atenúa las
malignidades en las horas más catastróficas. Me dijiste
ayer, The Grey, que saludara a mi familia en tu nombre. A
Marisa y a la niña se lo dije nada más verlas. Al resto,
es decir: a Cludmi, a Razonable, a Avotei, a Cabal, a Nereo, a
Palomitu, a Lorgot, a Ginebra, a Jazz, a Sayyara, a Affirmed,
a Calzada, a Dzudo, y a los demás, prefiero que los saludes tú
en tu vuelta prometida. Con vosotros, y ya todos,
volveremos a sentir nuestro corazón latir al ritmo de esta
milonga que es la milonga de los foreros y Tough of
Kintyre. _________________
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