EL CANTO DE BATALLA
DE THE MINSTREL
Por Patrick Robinson - HORSE
TRADER Robert Sangster and the Rise and Fall of the Sport of Kings (Harper
Collins, 1993)
Irlanda y Reino Unido, 1977
Durante todo el invierno The Minstrel continuaba impresionando a su
preparador. Su carácter imperturbable que al principio había causado
impresión a Vincent en la subasta se mantenía inalterado por las duras
exigencias de su nueva profesión. Seguía yendo como un reloj y no tenía
el temperamento de su hermano de tres cuartas partes, Nijinsky. Nada
molestaba a este pequeño alazán y, mientras la fría lluvia y el granizo
del invierno atravesaban el valle dorado de Tipperary durante enero y
febrero, The Minstrel pareció hacerse todavía más hombre. Era
resistente, obediente, sensible y voluntarioso. Si su jinete le pedía que
acelerase a través de un viento helado de frente, él aceleraba.
La primera vez que apareció un atisbo de que hubiera alguna grieta en su
armadura ocurrió en su primera carrera de la nueva temporada, la
preparatoria de las 2000 Guineas, la 2000 Guineas Trial, en Ascot. Llevaba
casi una semana lloviendo en los alrededores de Londres y el terreno parecía
un barrizal. The Minstrel luchó en todo el recorrido, y ganó la carrera
por cuerpo y medio a un caballo llamado Gairloch, pero estaba claro que
detestaba el terreno pesado y que al final estaba agotado.
Nunca se sabrá cuánto le consumió aquella carrera, pero fue batido de
forma contundente en las propias 2000 Guineas, quedando tercero a dos
cuerpos de Nebbiolo. En Irlanda sufrieron una amarga decepción. Pero a
Vincent se le presentó un interrogante. The Minstrel era por Northern
Dancer cuyo metraje máximo eran los dos mil metros. Su madre, Fleur, era
por un semental y una yegua que sólo tuvieron dos mil metros en la máxima
categoría y por tanto no había razón alguna para creer que el propio
The Minstrel pudiera ir más lejos. Pero ni Inglaterra ni Irlanda tienen
una carrera clásica de dos mil metros, de modo que si no era capaz de
aguantar la milla y media del Derby inglés en junio, entonces tendría
que ganar su clásica sobre la milla en el Curragh en mayo. No había
alternativa.
En Newmarket había corrido rematando con fuerza en la recta final, pero
no le había gustado el terreno tirando a blando, y en las 2000 Guineas
irlandesas en todo caso sería más húmedo. Si The Minstrel iba a ganar
una clásica tendría que ser las Guineas irlandesas porque la distancia
en Epsom podía ser demasiada para él.
De nuevo hubo una terrible decepción. The Minstrel fue batido una vez
mas, por Pampapaul en el Curragh. Nebbiolo fue tercero y, aunque había
chocado con The Minstrel doscientos metros atrás, la derrota era la
derrota. Los grandes caballos encuentran el modo de llegar a la meta
primero. Habría buen dinero para The Minstrel como semental, pero no el
dineral que Robert y sus hombres buscaban. Todos estaban hartos y el
ambiente general lo caracterizaba la gran depresión de los señores Clore
y Fraser. En medio de todo esto Robert de repente recibió un mensaje de
Lester Piggott y fue inmediatamente a la sala de jockeys. Todavía hoy
recuerda el panorama que le esperaba. La sala estaba repleta de vasos vacíos
y botellas de champán de la celebración de Pampapaul. En medio de todo
estaba Lester, sentado a solas en el banquillo, todavía vestido en su
pantalón de montar y chaleco blanco. Robert diría que parecía
completamente absorto en sus pensamientos.
"Ah. . . Hola, Robert. Ha tenido una carrera muy dura hoy."
"Ya lo sé. ¿Qué opinas? ¿Irá a Epsom?
"Si lo inscribes yo lo monto. Con terreno decente, ganará."
El milagro de todo esto era que The Minstrel
salió de la batalla sin preocupación alguna. Mascó su habitual cubo de
cebada aquella tarde como si nada hubiera ocurrido y salió a dar un corto
paseo al día siguiente en tan buena forma como siempre, igual de gallito
que de costumbre. A todo el mundo le gustaba The Minstrel y todos sabían
que su tarea en Epsom en poco más de dos semanas sería tremenda. En
Francia había un caballo del Aga Khan de primer nivel llamado Blushing
Groom que había ganado las Guineas francesas por tres cuerpos. Ahora era
el favorito 9 a 4 para el Derby de Epsom. Vincent O'Brien estaba
preocupado. Todo indicaba a que los franceses creían que Blushing Groom
podía ser el millero más veloz desde su propio bisabuelo Tudor Minstrel
en los años 40. También pensaban que llegaría a la meta en Epsom por
pura clase, independientemente de su genealogía. Vincent y John Magnier
sabían que una tercera derrota clásica empañaría a The Minstrel para
siempre, porque los caballos que siempre encuentran el modo de perder son
rápidamente descalificados como débiles de corazón.
La temida pregunta tácita era: ¿acaso esas llamativas manchas blancas y
la capa alazán eran las insignias de un caballo que después de todo no
lucharía por la victoria?
Vincent lo consultó con Lester, quien pensaba justamente lo opuesto que
los franceses.
"Blushing Groom no podrá con el recorrido de Epsom," dijo
llanamente. "Es hijo de Red God. Sus hijos nunca tienen milla y media
y a menudo tienen un temperamento nefasto."
"Entonces," dijo el preparador, ¿qué opinas?"
Lester repitió palabra por palabra lo que le había dicho a Robert:
"Tú lo inscribes, yo lo monto y, en buen terreno, ganará.
Así concluyó la discusión. Durante las dos semanas siguientes hizo
tiempo medio soleado sin que hubiera lluvia. El terreno de Epsom estaba
seco y rápido, tal como había estado el de Leopardsdown en octubre del año
anterior. Lester Piggott recordó lo distinto que había estado el
caballo. Cómo había brincado con facilidad sobre el verde seco, en
contraposición al modo en que había luchado con el barro en Ascot. El
jinete creía que hoy sería el día de The Minstrel y sonreía risueño
mientras Vincent le ayudaba a montar en el paddock abarrotado antes de que
salieran al paseo delante de las tribunas y el recinto de propietarios.
Robert y Vincent se quedaron atrás y esperaron. Vieron a Lester galopar a
The Minstrel hasta los cajones y entonces volvieron cuando todo el mundo
ya se había marchado. La idea de Vincent era llegar justo cuando la
puerta de las tribunas se cerrase y entonces ver la carrera en privado con
Robert desde encima mismo de la valla junto al poste de meta con una vista
abierta de la pista.
El guardia sabía quiénes eran e hizo como si
no se diera cuenta, con las palabras: "Está 5 a 1, señor. Muy buena
cotización y que tengan buena suerte." Vincent asintió con la
cabeza y sonrió. Tanto él como Robert tenían los nervios crispados
mientras el juez de salida empezó a ordenar que los participantes
ocupasen los cajones. Mientras lo hacía, docenas de líneas telefónicas
desde Kentucky a Inglaterra se conectaban por todo el país. Los criadores
hablaban con amigos en Newmarket y Berkshire. En un sentido muy real, el
destino del sector del purasangre pendía del resultado de esta carrera.
Joe Thomas de Windfields había persuadido a un amigo para que pusiera el
auricular del teléfono sobre el televisor de modo que todo el personal de
lugar de nacimiento de The Minstrel pudiese escuchar la narración de la
carrera. Eran las 10:20 de la mañana tanto en el Bluegrass como en
Chesapeake City.
La carrera se disputó a su paso rápido habitual. Milliondollarman en la
punta hasta Tattenham Corner, seguido del duro y resistente Hot Grove.
Caporello, Nebbiolo, The Minstrel y Blushing Groom iban justo detrás de
la pareja en cabeza y, mientras doblaron el punto más hondo de la curva
en descenso, Lester se movió casi imperceptiblemente al lado exterior
situándose en tercer lugar. Sabía que en los próximos cinco segundos se
libraría la batalla y, mientras pasaron el palo de los seiscientos metros
volando, Willie Carson montando duramente a Hot Grove se dirigió hacia la
meta en línea recta pasando a Milliondollarman en su carrera. Piggott tenía
que moverse. Por los prismáticos Vincent vio a The Minstrel empezar a
darle caza. Había llegado el momento de la verdad. ¿Sabría pelear el
pequeño hijo de Northern Dancer?
Lester lo sacudió pidiéndole que acelerase y el movimiento de The
Minstrel pareció aplanarse. Su cabeza se estiró hacia adelante e
intentaba desesperadamente alcanzar a Hot Grove. Iban por el lado exterior
pero no surtía efecto alguno y al alcanzar el palo de los cuatrocientos
metros Lester sacó la fusta. Las ocho hileras de público pegadas a la
valla pudieron oír los dos fustazos, como tiros, al pegarle Lester. Justo
detrás, podía oír a otro caballo avanzando rápido y adivinó
correctamente que era Blushing Groom.
Ahora quedaban menos de doscientos metros por recorrer y The Minstrel
todavía no había reducido ni en un centímetro la ventaja de Hot Grove.
Lester oyó a otro caballo detrás de él que se quedaba atrás y de nuevo
acertó al adivinar – el favorito se había desvanecido. Volvió a sacar
la fusta pegando a The Minstrel dos veces y entonces le dio otras cinco
veces seguidas pero todavía había un cuerpo entre ellos al pasar el
poste de los doscientos metros.
Pero The Minstrel parecía correr para salvar la vida. Estaba disputando
la carrera con una valentía impresionante, esforzándose con cada gota de
fuerza y velocidad que tenía. Lester alzó la fusta de nuevo, ahora
golpeando cuatro veces con ritmo mientras las patas albas de su pequeño
compañero batían el terreno. La realidad era que The Minstrel estaba
corriendo con la fusta como pocos caballos lo harán nunca. Y se trataba
de una pelea abierta por el Derby inglés. La masa de más de doscientos
cincuenta mil personas del público gritaba de emoción mientras Piggott
azuzaba a su montura cuesta arriba.
¿Quién tenía el corazón más grande? ¿Quién
tenía el caballo más fuerte? Llegaron corriendo juntos hasta los últimos
cien metros. Hot Grove todavía iba delante pero The Minstrel no dejaba de
darle caza. Peleaba avanzando sobre el terreno con una furia que pocos de
los espectadores habían visto nunca. Y justo cuando parecía condenado a
ser derrotado, The Minstrel encontró en alguna parte del fondo de su ser,
otro tranco. Su cara blanca estaba en los estribos de Carson. Ahora
estaban al lado. Piggot le golpeó de nuevo y el público soltó un clamor
ensordecedor mientras el hijo de Northern Dancer con la cara blanca
despuntó a tres metros de la meta y rebasó el poste un cuello por
delante.
Vincent O'Brien reconocería que estaba temblando de la emoción cuando
les vio pasar la línea de meta como un rayo. A su esposa le caían las lágrimas
ante la inagotable valentía del pequeño caballo. Robert estaba
conmocionado. Hombres adultos, algunos de los cuales habían combatido en
dos guerras mundiales, asentían con la cabeza unos a otros con los labios
apretados en reconocimiento de una victoria lograda con valentía
excepcional. Hubo gente que se quedó pegada a la valla sujetando la
baranda cuando hacía rato que la carrera había terminado.
Lester Piggot dirigió el caballito al recinto de ganadores entre el
clamor del aplauso. The Minstrel estaba bañado de sudor, sus costados
jadeaban, su respiración entrecortada atravesaba sus ollares que ahora
eran rosados, inflados como anémonas. Cientos de personas rodaban el
recinto mientras Piggot desmontó de la silla. Se quedó un momento
sonriendo a Vincent. Nadie decía apenas nada salvo "¡Bien
hecho!" No había más que decir. Pero mientras se alejaba, Lester se
detuvo de pronto, volvió la mirada hacia The Minstrel, y sacudió la
cabeza sonriéndole. Muchos en el público se percataron del gesto y los
vitoreos y aplausos empezaron de nuevo. Fue una gran explosión de alegría.
Pero puede que no fuese una explosión tan grande como la causada por los
gritos y alaridos de "¡Ve a por el, Lester!" que resonaban por
las líneas de teléfono trasatlánticas desde las grandes yeguadas de la
tierra de los yanquis.
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