Tan sólo 48 horas fueron las que necesitó Nicasio para hacerse
aficionado a las carreras de caballos. Nicasio rondará los 60 años y
aunque no se lo he preguntado le intuyo de orígenes baserritarras, lo que
traducido a la lengua de Cervantes significa que posiblemente se crió en
el medio rural vasco. Cuando Nicasio en los preliminares de la carrera ve
un purasangre de magnífica lámina suelta un “¡Diosssh!” como los
que deben soltar los caseros en los mercados del País Vasco al contemplar
un ternero de gran crianza. Nicasio ha descubierto en el purasangre
inglés una variante de la diversión de sus abuelos en las tradicionales
ferias ganaderas guipuzcoanas de Tolosa u Ordizia.
Cuando cada día llego al Bar Alay cinco minutos antes de la primera
carrera del programa francés allí está Nicasio con puntualidad
británica, radical poddockman. A Nicasio le gusta jugar, pero perder
dinero, aunque sean dos euros, le debe producir un serio malestar. El otro
día después de dos carreras había cobrado 13,5 euros y se me quería
escapar sin jugar a la tercera, con su ganancia neta de 9,5€ en el
bolsillo. El caso de Nicasio confirma la tesis de que si un nuevo cliente
se hace aficionado su fidelidad a esta diversión es radical y difícil de
encontrar en otras áreas de ocio.
Aunque Zarauz está en la frontera de la comarca del hipódromo de
Lasarte apenas tiene aficionados a las carreras. La veintena de jugadores
que están apostando una media de 500€ al día son la mayoría
neófitos. Básicamente unas cuantas cuadrillas de amigos. Algunos hacen
una parada en su trabajo para echarse unos vinos, otros al parecer están
ya jubilados, todos confluyen en el Alay hacia las dos de la tarde para
disfrutar de esta nueva diversión que ha caído en el pueblo. Tan sólo
ha transcurrido 25 días y se puede afirmar que la mayoría de ellos se
han convertido en aficionados al juego de los caballos. Estos nuevos
aficionados no compran su boleto de apuestas para hacerse millonarios. El
objetivo es divertirse intentando ganar 10, 40 o 200 euros. Digamos que
una diversión con los pies en la tierra y mucho más apasionante que el
efímero boleto de la ONCE o la quimérica Primitiva.
Como son cuadrillas grandes el juego suele estar bastante repartido
entre muchos de los caballos participantes, de modo que lo normal es que
alguno acierte su apuesta. Al margen del dividendo que se embolsa el
afortunado está la honra de ser el tío más listo o con más suerte.
-A Nicasio hace tiempo que los vinos le salen gratis en el Alay –suelo
decir yo.
Y Nicasio sonríe con la sonrisa del casero que se sabe difícil de
batir en el arte de discernir el ganado bueno del malo.
Nacho, al que intuyo prejubilado, va al frontón todos los jueves y
sábados. Desde el primer día lo vi proclive a las jugadas de baja
rentabilidad afines a las apuestas de frontón. Empezó con 2€ pero ya
se ha instalado en las de 20 euros, consciente de que con apuestas a
caballos en principio seguros puede dar rienda suelta a su pulsión de
jugador minimizando las pérdidas. Nacho es otro que se está haciendo
adicto a esta diversión, lo que no es de extrañar ya que siendo ambas
apuestas deportivas, el frontón y el turf son primos carnales.
Mikel tiene un bar a dos manzanas del Alay y desde el primer día
brilló por su buena estrella y por darse cuenta de que el dinero (ni de
calderilla ni quimérico) está en los caballos de cotización media,
entre 4 y 9/1. En cuanto puede hace pequeñas escapadas desde su bar para
hacer unas gemelas. En tan sólo 3 semanas ya ha tenido cobros que tocaban
los 80 euros con gemelas de 3 o 5 euros. Con un poco más de tiempo (cosa
difícil siendo hostelero) e información, Mikel acabaría por ser un
excelente jugador de caballos.
La señora Pili según me informó Elena, la patrona del Alay, se juega
todos los días un ganador 5 € basándose en el nombre del caballo.
-¿Con cuál vas Pili? –le pregunté el otro día intrigado.
-Con DEMONIOUS, me respondió.
Mente de cabalista, pensé yo para mis adentros.
Cada día son más los que están abandonando su visión de las
carreras como lotería con patas y están empezando a hacer su trabajo con
el papel. Cuando PLAYTIME ganó el lunes a 12/1 Txema saltó ostentando su
victorioso colocado de 5€ en una mano y en la otra el análisis de
Txirrita.
-Aquí decía que “había mostrado ligera mejoría en la última y
que hoy podía colocarse”. -¡Sí señor, a quien estudia Dios le ayuda!
Sin embargo sobre los trotones en mi laboratorio lo tienen muy claro:
se trata de lotería con carro dadas las infames y continuas
descalificaciones. La novicia tendencia de apostar al que más paga rinde
sus frutos propagandísticos con los trotones. Ya son varios los que han
pillado ganadores por encima del 50/1 y también otro salió premiado con
gemela-placé de a 123 por 1.
Curiosamente la apuesta reina en estos 25 primeros días es el
colocado, que se lleva el 60% del juego. Este es un dato importante. Para
estos nuevos aficionados la diversión, más que en la cantidad del dinero
ganado, está en el hecho de acertar la apuesta.
-¡Sois una cuadrilla de segurolas! – les recrimino yo.
-Más vale colocado en mano que ciento volando, me responden ellos.
Este es un dato que deberían tener en cuenta los técnicos de LAE.
Para los nuevos jugadores de caballos en placer está en acertar su
apuesta, más que en la cantidad ganada. A los nuevos jugadores ganar 5,
10, 20 o 50 euros con un colocado les resulta tremendamente gratificante,
y por supuesto mucho más que no ganar nunca un miserable euro jugando la
Quíntuple Plus.
Estas tres semanas de observación en mi laboratorio de bar Alay están
indicando con claridad que la apuesta ganador, y más todavía el
colocado, tienen mucho más calado entre el público novato que las
apuestas exóticas con mucha mayores expectativas de pago como son las
gemelas y los tríos. De lo que se deduce que intentar captar clientes
nuevos con una apuesta como la Quíntuple Plus cuyas expectativas de
acierto con una baja inversión tienden a cero es un tremendo error.
Pensemos en las mañanas de los domingos de España. Pesemos en esos
miles y miles de bares con gente tomando el aperitivo. Con una terminal de
LAE con las apuestas internas del hipódromo en cada población de una
cierta entidad y una efectiva campaña publicitaria mostrando la grande y
sencilla diversión que puede producir el acertar un caballo ganador o
colocado viendo la carrera por la televisión, estoy seguro que surgirían
en España cientos y cientos de núcleos como el Bar Alay de Zarauz.
En el bar Alay se en su tercera semana de andadura de están jugando
500 euros al día. No me cabe ninguna duda de que trabajando LAE trabajara
bajo un modelo similar al del bar Alay la recaudación de las apuestas
internas del hipódromo con la adición de esta nueva red exterior en tres
o cuatro jornadas de carreras tocaría el millón de euros y su ritmo de
crecimiento sería espectacular.
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