Semblanzas de Royal Gait (enviado al Foro de AG en Octubre-Noviembre de
2001)
Hace poco se ha planteado una vez más en el foro cual ha sido el mejor
caballo que ha corrido en España. Es muy difícil contestar esa pregunta.
Suele mencionarse a los que también demostraron su calidad en otros
países (Teddy, Rubán, Rheffissimo, Indian Prince, Royal Gait, Teresa,
Petit Loup, Suances y algún otro) y aún así sigue siendo difícil
compararles pero ¿y los que no tuvieron la oportunidad? ¿qué habría
hecho Chacal bien dirigido al programa de stayers europeos?
En cambio es indiscutible que hubo un caballo de nuestros hipódromos
que ha pasado a la leyenda de las carreras en Europa. Dentro de
muchísimos años los libros o los archivos virtuales de la historia del
turf seguirán teniendo un lugar reservado a Royal Gait, el único caballo
ganador de la más importantes carreras de stayers y de la mejor carrera
de vallas de Europa y ¡¡¡ en qué circunstancias !!!. Hace poco se
recordaba al campeón en un excelente artículo de masdehipodromos.com
sobre el Gran Premio de San Sebastián (probablemente la carrera más
antigua del calendario español actual). Quisiera añadir algunos
recuerdos más, personales y prestados. Ahí van repartidos en cuatro
mensajes que aparecerán los viernes.
PRIMAVERA DE 1987. SALTAN LAS TABLAS
Con frecuencia se oye decir que Royal Gait no demostró en España su
enorme valía.Ciertamente sus primeras actuaciones fueron muy grises y eso
forma parte de su asombrosa carrera, pues hasta su quinta actuación, en
el hipódromo de Pineda, ni siquiera se colocó. Con su castración
empezó un meteórico ascenso pero fue todavía batido varias veces, sobre
todo en Lasarte, donde de cinco actuaciones sólo ganó en una, su primer
Gran Premio de San Sebastián. Sin embargo hubo unos meses, justo antes de
su primera gran victoria internacional, en que Royal Gait rompió los
moldes, al menos para un sector de aficionados que quiero aprovechar para
traer también al recuerdo.
El recinto de Tribuna del hipódromo de Madrid, más popular y barato
que los de Preferencia, era frecuentado por un público joven,
generalmente poco conectado con el mundillo de propietarios y
profesionales, pero a menudo tremendos aficionados, y en busca siempre de
alegrar su modesta economía con un golpe en las apuestas. Con los años
uno se va relacionando más con la gente del turf y adquiere también
conocimientos y experiencias de carreras e hipódromos de otros países.
Pero jamás he vuelto a encontrar analistas más sutiles que algunos de
aquellos jóvenes aficionados de tribuna, adictos a las tablas de valores
y maestros en encontrar en ellas los más imprevistos ganadores.
Desde luego el hipódromo de La Zarzuela constituía un laboratorio
excelente para la ciencia de estudiar y tabular el valor de los caballos:
largas temporadas con caballos compitiendo en el mismo hipódromo, lo que
eliminaba la influencia de diferentes pistas y numerosas líneas directas
e indirectas para comparar. Un paraíso para los tablistas y para
comprobar y exprimir conclusiones sobre la competición de los
purasangres, bastante más difíciles de obtener en lugares con muchos
más hipódromos y carreras. Si el almirante Rous hubiese asistido a las
carreras de Madrid habría deducido en dos años sus famosas tablas de
peso por edad que le llevaron toda una vida en la Inglaterra del siglo
XIX.
Las carreras de Royal Gait en la primavera de 1987 en Madrid
revolucionaron aquel círculo de maestros carpinteros (por lo de las
tablas). El caballo había empezado a codearse con los mejores al final de
su temporada de tres años, tras ganar el Gran Premio de San Sebastian,
pero en los hándicaps oficiales estaba valorado todavía seis kilos por
debajo del top Casualidad, ganador del Gran Premio de Madrid y del
Memorial de 1986. Además sus carreras de invierno no habían sido
brillantes: un cuarto puesto en el hipódromo italiano de Nápoles en
Diciembre y un quinto y un tercero en la temporada invernal de Lasarte,
eso si, concediendo peso a todos los participantes.
La primera carrera importante en Madrid para caballos de edad era el
Producción Agraria sobre 1.800 metros. Royal Gait batió por corta cabeza
a Higinio y por medio cuerpo a Prince Danilo, concediéndoles cinco kilos
y medio y dos kilos respectivamente. Higinio, antiguo ganador del Memorial
era oficialmente dos kilos superior a Royal Gait, y Prince Danilo era un
excelente ejemplar adquirido pocos meses antes en Francia para correr el
Villamejor de 1986, que perdió por cabeza frente a Hunting Star a la que
concedía 6 kilos por el recargo que entonces se aplicaba a los
importados.
Batir a esos pesos a tan buenos ejemplares era difícil de creer y de
hecho Royal Gait pagaba el tercer dividendo más alto de ganador entre los
doce participantes. Los tablistas experimentados saben que la mayor
dificultad de su oficio es apreciar si los caballos corren en su valor
normal y había motivos para desconfiar de la extraordinaria actuación de
Royal: Higinio parecía a sus seis años ya en declive y Prince Danilo
venía de defraudar en San Sebastián. En cambio había un elemento para
sospechar que la carrera no era falsa. El cuarto en la meta había sido El
Brujo, un caballo de Ramón Mendoza portador de un origen de lujo,
Rheffissimo y Favallu. Aunque le faltaba un poco para llegar a la altura
de los mejores, había sido quinto en el último Memorial por delante de
Higinio y, sobre todo, venía de imponerse fácilmente con 60 kilos en el
Fernan Nuñez, un importante hándicap de comienzo de la temporada de
Madrid, celebrado tres semanas antes. El Brujo estaba claramente en forma
y había corrido en su buen valor, pero Royal Gait le había batido
fácilmente concediéndole cuatro kilos y medio.
La siguiente carrera de Royal Gait no sólo confirmó las sospechas
sino que causó sensación entre los “carpinteros”. El 29 deMarzo,
sobre los 2200 metros del Vizcondesa de Irueste, volvió a batir a Higinio
con la misma diferencia de peso pero con más facilidad que en la anterior
carrera. Se corrió a buen paso, con un tiempo tres segundos y medio
inferior a otra prueba de la jornada sobre la misma distancia. Casualidad
que reaparecía recibiendo dos kilos de Royal, fue tercero a más de cinco
cuerpos, y tres cuerpos detrás llegaron El Brujo y Prince Danilo.
Casualidad estaba sin duda algo falto en su primera carrera del año, pero
era casi seguro que el honrado Higinio había vuelto a correr casi en su
mejor valor y que los otros no lo habían hecho mal. De hecho Prince
Danilo ganaría en su siguiente salida el Corpa, batiendo por corta cabeza
a Casualidad. Este repetiría después sus triunfos del año anterior en
el Gran Premio de Madrid y en el Memorial
Royal Gait había reventado las tablas de los carpinteros de tribuna.
Era al menos 6 kilos superior a Higinio y casi con seguridad dos o tres
mejor que el crack Casualidad. Eso era mucha diferencia y además Royal
Gait podía seguir subiendo. Los buenos tablistas saben que la línea
ascendente puede durar bastante en un caballo que está al principio de su
temporada de cuatro años y Royal era uno de esos ejemplares tardíos como
su padre Gunner B. Un mes después ofreció otra confirmación paseándose
en una carrera más modesta sobre 2700 metros pero donde Royal concedía 9
kilos a caballos muy decentes.
A menudo se oye decir que la clase puede superar a los kilos, pero eso
es un anatema para un tablista. Cualquier diferencia se puede medir en
kilos, lo que sucede es que hay que valorar esa diferencia. Royal Gait
había demostrado ser bastante superior a todos los caballos españoles en
un año de excelentes ejemplares, sin necesidad de ganar ninguna de las
mejores carreras. Al ser castrado no podía competir en los grandes
premios de la temporada española y sus responsables decidieron correrlo
en Francia sobre los 4000 metros del Cadran, Grupo 1.
Una evaluación media a partir de las actuaciones en el extranjero de
nuestros caballos en las últimas décadas demuestra que las diferencias
no son abismales y que puede situarse a los mejores en valores entre ocho
a diez kilos por debajo de los campeones europeos en un año medio. Con
esa diferencia de kilos yo no dejaría por ejemplo de apostar a Illumbe en
un match con Galileo. Cuando Royal Gait marchó a París, puedo
testimoniar que aquel grupo de “carpinteros”de La Zarzuela esperaba el
resultado con bastantes expectativas. Ni el más optimista de ellos
habría pronosticado lo que Royal nos iba a deparar, pero eso son
capítulos posteriores de su increíble historia. Aquella primavera de1987
Royal Gait ya había asombrado a algunos.
(II) EL CADRAN POR MONGELLUZZO
Los más jóvenes aficionados no recordarán que hace años no había
comentarios en directo en las carreras de los hipódromos españoles,
salvo la lacónica información de un locutor que en dos momentos de cada
carrera anunciaba: Colocaciones: primero Fulano, segundo Mengano, tercero
Zutano etc. La megafonía se reducía a eso y a breves anuncios rutinarios
antes y después de las carreras sobre cierre de taquillas, pesaje etc.
Por eso los aficionados que asistían a las carreras de La Zarzuela el 24
de Mayo de 1987, quedaron momentáneamente sorprendidos cuando se
difundió un anuncio imprevisto entre carrera y carrera: - Acaba de
celebrarse en el hipódromo de Longchamp el Premio Cadrán – y después
de unos segundos de silencio el locutor prosiguió en su habitual tono
lacónico – el caballo Royal Gait ha resultado ganador.
A la alegría de los presentes por tan agradable sorpresa (no tanta
para algunos carpinteros de tribuna; ver capítulo I de esta serie) se
sucedió un interés generalizado por conocer más detalles sobre la
fantástica victoria de Royal Gait en un Grupo I en París. No hubo que
esperar mucho. En el número de la semana siguiente de la revista Recta
Final aparecía una larga entrevista con Olindo Mongelluzo, el jockey
usual de Royal Gait en España, que describía con detalle el
acontecimiento. Como dice Fernando Savater en su reciente libro, el mejor
cronista no es capaz a menudo de alcanzar la altura conque puede describir
una carrera de caballos alguien directamente implicado. He leído muchas
crónicas de carreras en diarios especializados, revistas y libros de
historia del turf. No recuerdo en todos ellos una narración tan sencilla
y a la vez tan intensa como la que hizo Olindo Mongelluzzo de su victoria
en el Cadran. No creo que ni él ni quienes eran responsables de la
revista tengan inconveniente en que vuelva a transcribir aquí la parte
culminante de aquel relato:
Cuando los caballos estaban en el paddock me fui para allá. Al llegar
vi a Pascal Barry, el preparador de Satco. Me llamó y fui a saludarle.
Antes montaba para él. Le gané seis carreras. Me fui para donde ya
estaban Miguel Alonso y Pereira. Estaban nerviosos. Todos lo estábamos.
Royal Gait salió el primero al paddock. Estaba impresionante, muy bien
presentado. Luego me lo comentaron. Me dieron órdenes: Vete último muy
tranquilo y ven con él en la recta. Intenta estar lo más cerca posible y
si pillas una colocación, buena es. Mira lo que son las cosas. Antes de
la carrera con una colocación nos conformábamos. Me monté y me fui para
los cajones. Sudaba un poquito y creo que el caballo se daba cuenta de que
ibamos a hacer algo especial.
Se dio la salida y me quedé atrás. En los primeros 1.400 metros el
caballo tiraba un poquito. Pensé que si no me hacía con él Miguel me
mataría nada más llegar a balanzas. Después en la segunda curva, el
caballo de Niarchos se puso delante, pero yo seguí detrás. Ahora el
caballo iba tranquilo y yo también. En la recta de enfrente, antes de
entrar en la falsa recta, me pegaron un tirón, pero el favorito no se
movió y yo me quedé con él, vigilándole muy de cerca. Cuando termina
la subida el de Niarchos comienza a acercarse progresivamente a los de
cabeza, yo le seguía muy fácil. En la falsa recta el favorito iba
arreando y yo haciendo un cánter. Ahí me empecé a dar cuenta de que
podía estar muy cerca. En ese momento llevabamos dos delante que se
habían escapado. Entramos en la recta final y cogimos a los dos de
cabeza. El favorito seguía pegando y yo a su lado, quieto. Ahí pensé
que podíamos ganar. A falta de 300 metros le cogí la cara y me puse
delante arreando muy poquito. Cuando a falta de 100 metros me vi en cabeza
y a Satco por fuera, le pegué un palo y Royal Gait se fue otra vez.
Cuando pasé la meta soñaba, no me lo podía creer. ¿Faltaría otra
vuelta?, pensé.
Olindo Mongelluzzo montó este verano en la última jornada de Lasarte,
sólo en una carrera y a un caballo con escasa probabilidad. En 1987 este
francés afincado poco antes en los hipódromos españoles era uno de
nuestros jockeys punteros y no conozco porqué ahora tiene tan pocas
oportunidades. Tampoco montó a Royal Gait en sus posteriores carreras en
Francia y Gran Bretaña. En el Cadrán había hecho una monta impecable,
cosa que no se puede decir de algunos de sus jockeys posteriores con mucho
más renombre, entre ellos Cash Assmussen en la Copa de Oro de Ascot, pero
eso es materia para el próximo capítulo.
(III) EL MEJOR FONDISTA DE EUROPA BATIDO EN LASARTE Y DISTANCIADO EN
ASCOT
La carrera de Royal Gait parece sacada de un cuento fantástico en
todas sus etapas. ¿No es increible por ejemplo que después de ganar el
Cadrán, Grupo I, en París, fuese derrotado en su vuelta a las pistas
españolas? Merece la pena recordar aquel Gran Premio de San Sebastián de
1987 y a una yeguita que también tiene un rincón en la historia de
nuestras carreras.
Después de su victoria en el Cadrán, Royal Gait tuvo un merecido
descanso de tres meses, no en balde había disputado 21 carreras en poco
más de año y medio. En Junio, fue paseado delante del público que
asistía a las carreras en La Zarzuela, un honor que no recuerdo si se ha
concedido a algún otro de nuestros purasangres. Aunque estaba decidido
que Royal proseguiría su carrera en Europa, su entrenador Miguel Alonso
debió juzgar que el Gran Premio de San Sebastián en septiembre era una
buena ocasión para su vuelta a la competición sin tener que esforzarse
demasiado.
Pero al campeón no le gustaba Lasarte con sus cerradas curvas y su
recta final cuesta abajo, no en balde ya había sido batido allí tres
veces. Y en cambio, en el Gran Premio corría una yegua a la que le
sucedía exactamente lo contrario. Todos los hijos de Rheffissimo corrían
bien en Lasarte, pero Tailga se transformaba. En Madrid era poco más que
una buena yegua de hándicap, pero en Lasarte había ganado importantes
carreras entre ellas el Gran Premio de invierno, batiendo de lejos a
Higinio y al mismo Royal Gait. Tras escoltar a la gran Teresa en el Kutka,
y ser quinta en la Copa de Oro, había alcanzado al final del verano su
plenitud de forma. Durante toda la larga recta Royal Gait y Tailga, que
recibía 6 kilos, disputaron codo a codo la victoria y el caballo cedió
en los últimos metros.
A muchos les chocó la derrota de Royal Gait, entre ellos probablemente
a sus responsables, pero todos los demás participantes llegaron lejos,
entre ellos varios de los que habían estado más cerca de Royal en
primavera. Es muy posible que el campeón simplemente fuera batido por una
yegua que, recibiendo seis kilos y en su pista favorita, era invencible
aquel día.
En otoño Royal Gait volvió a Francia, y pasó a la preparación de
John Fellows aunque acompañado por su inseparable mozo Luis Villarroel,
hoy un jockey triunfador en Dinamarca, y bajo frecuente asesoramiento de
Miguel Alonso. Su otro viejo compañero Mongelluzo fue en cambio
sustituido por Alfred Gibert. Una monta excesivamente conservadora de este
jockey le dejó segundo en el Prix Gladiateur pero a continuación ganó
por ocho cuerpos en Longchamp el Royal Oak, su segundo Grupo I. En 1988
empezó la temporada con otras dos victorias de Grupo y un 2º puesto con
algo de infortunio en el Cadrán, la carrera en que asombró el año
anterior. Parecía ya el mejor fondista europeo, pero le faltaba la prueba
suprema al otro lado del Canal de la Mancha.
La Copa de Oro de Ascot, sobre 4000 metros marca el cenit de los cuatro
días del meeting real en Junio. Era en tiempos la prueba suprema para los
caballos de edad y hasta principios del siglo XX, el principal objetivo
para los ganadores del Derby de Epsom del año anterior. Pero las grandes
distancias han ido pasando de moda y como los británicos se resisten, con
buen criterio, a cambiar las condiciones de sus carreras tradicionales, la
Copa ha pasado a ser una carrera para especialistas, eso si, magníficos
especialistas. A pesar de sus victorias en Francia pocos pensaban que
Royal Gait triunfaría en Ascot y Sadeem, un caballo del Jeque Mohamed,
era el favorito.
Sobre un terreno firme la edición de 1988 se disputó a un tren
infernal marcado por el compañero de preparación de Sadeem, El
Conquistador, que dobló en cabeza la última curva. Tras él entraron en
la recta Sergeyvich y Sadeem, ambos muy solicitados por sus jinetes y
detrás con mucho menos esfuerzo (en un cánter según el locutor de la
BBC) se acercaba Royal Gait montado esta vez por Cash Assmussen. En ese
momento el tejano establecido en Francia cometió probablemente el mismo
error que le costó a Gibert la victoria en el Gladiateur unos meses
antes: no creerse que el caballo era tan bueno. Sergeyvich pasó el
primero a El Conquistador, que cedía completamente agotado y cuando lo
estaba haciendo Sadeem, Assmussen, tratando de no desperdiciar un
milímetro, dirigió a Royal Gait al pequeño hueco entre los dos
caballos. Esa decisión le costó la carrera, pero no en la meta. Royal
Gait batió por cinco cuerpos a Sadeem, por veinte a Sergeyvich y rebajó
en tres segundos el récord de la prueba, pero tras pasar junto a El
Conquistador, éste empezó a dar tumbos y derribó a su jinete, Tony
Clark, quien no sufrió afortunadamente mucho daño tras la peligrosa
caída. Después de veinticinco minutos de deliberación los comisarios
distanciaron al ganador al último puesto.
La toma de frente del vídeo muestra claramente que Royal Gait rozó a
El Conquistador al adelantarle. Es dudoso sin embargo que éste derribara
a su jinete a causa de ello, pues el caballo ya flotaba literalmente
exhausto y su jockey luchaba por mantenerlo en carrera (varios
participantes más acabaron al trote). Quizá el ligero roze acabó por
descontrolarle, pero un soplo habría hecho el mismo efecto. El
distanciamiento era riguroso porque el incidente no afectaba al resultado
de la carrera y se trataba de una aplicación muy estricta del
controvertido artículo 153 del código. Los comisarios podían haber
optado simplemente por sancionar a Assmussen por monta peligrosa y la
prensa española no se cansó de decir que Royal Gait nunca habría sido
distanciado de haber pertenecido a un propietario de las islas. Es
posible, pero es mucho más cierto que Cash Assmussen fue el primer
responsable de que la reina de Inglaterra no entregase la Copa de oro a
Pereira. Faltaban más de 400 metros hasta la meta cuando Royal Gait
adelantó a El Conquistador. Si su jockey le hubiese sacado al exterior, a
la izquierda de Sadeem, el campeón habría ganado igualmente.
(IV) TRES AÑOS DE VACACIONES
Durante la jornada del Arco de Triunfo de Sakhee, como seguramente
será recordada en el futuro la edición de este año, se disputó
también ese campeonato otoñal del fondo que es el Cadrán (cuando lo
ganó Royal Gait se corría en primavera). Ha habido comentarios muy
desfavorables sobre la calidad de esa prueba ganada por Germinis, un “caballo
de provincias”. Aunque desde luego el Cadran no ha llegado a la altura
de otros años, creo que Germinis, ganador en tres de sus cinco últimas
carreras es un buen ejemplar. Me ha llamado la atención que en uno de los
comentarios se le desacredita, aparte de por “provinciano”, porque “incluso
ha llegado a correr en vallas”. Eso no supone en principio ninguna nota
negativa si tenemos en cuenta la cantidad de carreras de liso importantes
ganadas por caballos de vallas en las últimas décadas.
Cuando en 1992 Royal Gait irrumpió en las carreras de vallas
británicas no sólo se enfrentó a los mejores especialistas, sino a
ganadores de grupo y de listed … en liso. Salvando las distancias en
España hemos vivido también algunos éxitos de los vallistas fuera de su
especialidad. Muchos recordarán la temporada de 1989, una de las últimas
antes de que Sarasola suprimiese las vallas en La Zarzuela. Baton Passer y
Great Moss, dos de los mejores vallistas que han corrido en nuestras
pistas, mantuvieron una emocionante rivalidad, que culminó en su
inolvidable batalla sobre los 3.600 metros del Premio Gladiateur, una
carrera de liso. Bastante antes, Tebas con la monta del duque de
Alburquerque, ganó el Gran Premio de Madrid tras correr sobre vallas en
sus dos salidas anteriores, proporcionando la mayor sorpresa en la
historia de la carrera.
Casos similares abundan en Europa. Bien es verdad que se han producido
sobre todo en carreras de largo metraje donde se necesita al mismo tiempo
el fondo y la velocidad típicos de los buenos caballos de vallas. Estos
no tienen la culpa de que los mejores caballos de liso muy raramente
afronten hoy día distancias de más de tres mil metros, lo que deja
bastantes oportunidades a los vallistas, pero si se atreviesen quizá
tendrían serias dificultades para batir a alguno de los grandes campeones
de los obstáculos bajos. Las vallas aparecieron más tarde que los
steeples, como una especialidad donde el salto de obstáculos más
livianos se conjugaba con una mayor velocidad de carrera. Su aceptación
por el público creció durante el primer tercio del siglo XX y
actualmente constituyen prácticamente la mitad de las carreras de
obstáculos de Inglaterra e Irlanda, sin duda las más competitivas del
mundo. Casi diez mil caballos enfrentándose en medio centenar de
hipódromos de diversas características a lo largo de una temporada que
empieza en Agosto y alcanza su etapa culminante en pleno invierno. Largas
carreras saltando sobre pistas pesadas bajo el frío y la lluvia, donde
sólo ejemplares muy resistentes pueden alcanzar el éxito.
Una buena parte de los saltadores ingleses e irlandeses nunca corrieron
en liso bajo las reglas del Jockey Club. Suelen debutar a los cuatro años
en los “bumpers”, carreras lisas de larga distancia bajo las reglas
del “National Hunt”, para después correr en vallas durante varias
temporadas. A los siete u ocho años la mayoría pasan a los grandes
obstáculos de los steeples, si es que valen para ello. Otros
especialistas provienen de los recorridos de campo “punto a punto”.
Entre los que pasan del liso a las vallas abundan los caballos tardíos,
que con la edad y las largas distancias consiguen a veces el éxito que no
alcanzaron a dos o tres años. Es raro que caballos de alto valor en liso
hagan campaña en obstáculos aunque hay excepciones como Sea Pigeon,
imbatido a dos años y séptimo en el Derby de Epsom de 1973, y después
uno de los mejores vallistas de las últimas décadas, además de alternar
sus triunfos en vallas con nuevas victorias en liso. Más recientemente
tenemos a Alderbrook, ganador del Dollar (G2) y segundo del Ganay (G1) en
Longchamp, y después ganador del Champion Hurdle sobre las vallas de
Cheltenham en 1996. Pero lo más frecuente es el camino contrario, que
caballos consagrados primeramente en las vallas hagan incursiones con
éxito en las carreras llanas. Muchos vallistas han ganado carreras de
grupo y “listed”, incluso algunos que nunca corrieron en liso cuando
eran jóvenes.
El preámbulo era necesario para señalar que el caso de Royal Gait se
aparta de todo lo anterior. Es ya infrecuente que un campeón confirmado
en liso haga campaña sobre las vallas. Pero es casi imposible que la
comience a una edad tan tardía como los nueve años y después de tres
años y medio sin correr. Que aún así triunfe en la más importante
carrera de vallas de las islas entra ya en el terreno de la leyenda donde
ha quedado instalado Royal Gait. Pero para no empezar por el final
volvamos a Junio de 1988, tras su infortunada descalificación en la Copa
de Oro de Ascot.
Royal volvió a correr el mes siguiente en Francia y con la novedad de
hacerlo sobre 2.500 metros. Tras dejar España sólo había corrido en el
gran fondo, pero su tremenda velocidad final hacía concebir esperanzas de
que también sorprendiese a Europa en las distancias clásicas como
Ardrooss, un doble ganador de la Copa de Oro de Ascot que estuvo a punto
de ganar el Arco de Triunfo en 1982. En el Premio Maurice de Nieuil de
Saint Cloud, Grupo III, Royal Gait fue segundo a medio cuerpo de Merce
Cunningham, un cuatro años por Nijinsky a quien concedía tres kilos. Su
propietario declaró en su día que esa fue la mejor actuación de Royal y
quizá estaba en lo cierto. Merce Cunningham era uno de esos casos, que
aparecen muy de cuando en cuando, de caballo que inicia un ascenso
meteórico a una edad tardía (el mismo Royal era otro). En Saint Cloud
obtuvo su quinta victoria consecutiva, tras empezar el año corriendo
hándicaps. En su siguiente carrera, de preparación para el Arco de
Triunfo, se lesionó y no volvió a correr (¿les suena esta historia, a
los más viejos, a la de un tal Cafir en España?).
Royal Gait tampoco volvió a los hipódromos hasta mucho, mucho tiempo
después. La de Saint Cloud fue su última carrera en liso y en esas
fechas un acontecimiento marcó su futuro: fue vendido por Pereira y nada
menos que al Jeque Mohammed. Muy en la línea que ha marcado la
supremacía de su familia como propietarios, el jeque deseaba tener en sus
cuadras al mejor stayer de Europa que había batido fácilmente a su
campeón Sadeem en la Copa de Oro de Ascot. Por cierto, Sadeem volvió a
ganar la Copa en 1989 y esta vez sin la ayuda de los jueces.
El Jeque no hizo de momento un buen negocio. Enseguida se descubrió
que Royal Gait arrastraba una lesión de tendón y fue enviado a
recuperarse unas semanas a la yeguada Kildangan, una propiedad del Jeque
Mohammed en Irlanda. Después Royal marchó a Newmarket a la preparación
de Henry Cecil pero el mago de Warren Place tuvo la vista de no querer
forzarle y Royal Gait volvió a Kildangan donde pasó tres largos años.
Los Newton, un matrimonio amigo de Henry Cecil se tomaron un especial
interés en su recuperación. No pudiendo procrear, no había planes
concretos sobre su futuro y pensaron incluso en usarlo como caballo de
caza o de paseo, pero el campeón comenzó a mostrar una afición
insospechada: “solía escaparse de su recinto saltando las vallas de
separación para visitar otros paddocks. Tenía el carácter alegre de un
potro de tres años y le encantaba saltar”. Se pensó entonces que el
caballo podía tener un futuro en la vallas.
El jeque dio su visto bueno y en noviembre de 1991 Royal Gait fue
confiado a James Fanshawe, hoy un entrenador de primera fila para quien
por cierto suele montar Ortiz de Urbina, pero entonces casi un preparador
novel. Fanshawe tenía, como ahora, su base en Newmarket en las
históricas cuadras de Falmouth Lodge, construidas por Fred Archer, el
mítico jockey del siglo XIX. Allí los entrenamientos de Royal sobre las
vallas no pudieron ser más prometedores y el 26 de Diciembre del 91, una
semana antes de cumplir nueve años, Royal Gait se encontraba junto a
otros 12 competidores junto a las cintas de salida de las dos millas,
vallas, en Kempton Park.
(V) CHELTENHAM 1992
Recuerdo bien un día de principios de Marzo de 1992 que compré el
Sporting Life en el aeropuerto de Londres. Tras echar un vistazo
distraído a la portada tuve que frotarme los ojos. Aparecía una foto de
Royal Gait con un titular que le anunciaba favorito para la Champion
Hurdle de la semana siguiente, la carrera de vallas más prestigiosa de
toda la temporada británica, durante el famoso meeting de Cheltenham. No
podía ser; Royal se había retirado de la competición años atrás.
Tenía que tratarse de otro caballo con el mismo nombre. Pero no; era él;
allí en las páginas interiores estaba la historia de sus comienzos en
España, su descalificación en la Copa de Oro de Ascot, y su sensacional
reaparición en las carreras de vallas.
En realidad todo había ocurrido muy rápido y muchos ni nos habíamos
enterado. Apenas dos meses antes Royal Gait había debutado sobre las
vallas en Kempton Park. Fue en una importante carrera de novicios
(caballos que afrontan su primera temporada en vallas) el 26 de diciembre,
en la misma reunión en que se corre el King George Chase, uno de los
mejores steeples de la temporada. Su fama de antiguo campeón en liso y
los informes de sus buenos entrenamientos no impidieron que Royal Gait
cotizase 12 a 1. Había participantes ya experimentados en vallas y era
difícil confiar en un debutante que llevaba tres años y medio sin correr
en público. La carrera fue ganada por Travado, que con el tiempo sería
uno de los mejores caballos de steeple de los años noventa, y Royal Gait
fue un excelente segundo.
El 21 de Enero volvió a correr en Nottingham en una carrera de
novicios de menor categoría que ganó por quince cuerpos, y el 15 de
Febrero, de nuevo en Nottingham, se impuso con facilidad en la Narbol City
Trial Hurdle, donde batió a algunos vallistas de buen valor, aunque no de
la élite. La decisión de correrle en la Champion de Cheltenham parecía
una pretensión excesiva. Correrían los mejores especialistas y desde
1956 ningún novicio había ganado la carrera. El que la prensa incluyera
a Royal Gait entre los favoritos respondía, más que a sus tres buenas
actuaciones en vallas, a su prestigio como fondista excepcional en liso.
Eso unido a haber demostrado que sabía saltar y que estaba en forma
después de un descanso tan prolongado, es lo que le hacía peligroso. “Royal
Gait es un novicio de extraordinario talento – decía aquel Sporting
Life – y por una vez vale la pena ignorar la evidencia de las tablas de
valores” En los días previos llegó a estar 4 a 1 con algún corredor
de apuestas, pero el día de la carrera se impuso la lógica y cotizó 6 a
1 como tercer favorito por detrás de Morley Street (2 a 1) y Granville
Again (9 a 2).
Estos dos caballos eran propios hermanos (Deep Run y High Board por
High Line) aunque con diferente propietario y preparador. Morley Street de
ocho años había ganado la carrera el año anterior y Granville Again, de
seis, la ganaría el año siguiente. El primero era un caballo
polifacético. En 1990 y 91 había viajado a Estados Unidos para ganar, en
Belmont Park y Fair Hill, la Breeder´s Cup Chase (que no tiene tanto
nivel como sus homólogas en liso y suele ser presa de los saltadores
británicos) y era también ganador en steeple en Inglaterra. Además se
había permitido brillantes incursiones en liso como un segundo en la Copa
de Doncaster, Grupo 3, y una victoria en Goodwood batiendo a Michelozzo,
ganador del Saint Leger. En vallas venía de ser segundo en Leopardstown
tras ganar en Fairyhouse y Ascot. Por su parte, Granville Again había
debutado a los cuatro años en los “bumpers”, carreras lisas bajo las
reglas de obstáculos, y luego sólo había corrido en vallas, pero con un
historial aún más impresionante: de diez carreras, ocho victorias
(incluyendo las cinco últimas) y dos segundos.
Otros participantes destacados en aquella Champion Hurdle eran Fidway,
7 a 1 en las apuestas, un vallista de gran clase fácil ganador de su
preparatoria y Kribensis, 12 a 1, ganador de la carrera en 1990 y como
Royal Gait, propiedad del jeque Mohammed. Estaba entrenado por Michael
Stoute, más conocido como preparador de liso, y portaba los primeros
colores del jeque con la monta de Richard Dunwoody. El participante más
joven era Oh So Risky, 20 a 1, un cinco años con muy buenas colocaciones
en sus últimas carreras y que, a diferencia de la mayoría de sus
contrincantes, había corrido en liso a dos y tres años antes de pasar a
las vallas. En 1993 volvería a hacer campaña en liso, ganando en
Newmarket antes de ser segundo en el Ebor, el famoso hándicap de York, y
triunfar en Longchamp en el Prix Gladiateur, Grupo 3, la carrera en que
Royal Gait fue un infortunado segundo seis años antes. Otros buenos
vallistas completaban el lote de dieciseis corredores. Con nueve años,
Royal Gait era el más viejo de todos y al mismo tiempo el más inexperto
en las vallas.
El gran festival de Cheltenham, como suele denominarse al meeting,
reúne a una enorme multitud de aficionados en el magnífico recinto de
Prestbuy Park, muchos de ellos irlandeses que se acercan a animar a sus
saltadores en las numerosas carreras importantes que se celebran durante
sus tres días. Tres semanas después de Cheltenham, en Abril, se celebra
el meeting de Aintree, dominado por el mítico Grand National, pero
Cheltenham es la cita primordial para los mejores saltadores, en steeple
con la Copa de Oro, y en vallas con la Champion Hurdle. Esta última se
corrió en 1992 durante la primera jornada, el martes 10 de Marzo, bajo
una enorme expectación incrementada por la arriesgada, y hasta poco antes
inesperada, participación de Royal Gait.
Tras la salida tomaron la cabeza los outsiders Propero y Valiant Boy
seguidos por Minorettes Girl montada por Adrian Maguire. Los jockeys de
los favoritos retenían a sus monturas en los últimos puestos y la
carrera fue lenta en su primer tramo, con un tiempo final superior al de
otra carrera sobre dos millas de la jornada. “Para ganar la Champion
Hurdle tienes que tener suerte – declaró después Graham McCourt, el
jockey de Royal Gait – así que decidí ir por fuera al principio para
evitar los problemas de tráfico, pero Royal Gait se comía las vallas y
tuve que esconderle”.
La carrera cambió de signo en la bajada de la colina de Cheltenham.
Ese tramo de la “Old Course”, donde se corre la Champion, desciende
hacia las dos penúltimas vallas del recorrido. Después la pista tuerce
suavemente a la izquierda hacia la recta final donde se salta la última
valla, seguida de un largo tramo cuesta arriba hasta la meta. Aprovechando
la bajada varios de los que iban en cola se abalanzaron sobre los
conductores. En la primera valla tras la bajada Chirkpar tomó el mando
seguido por ocho o nueve caballos en un espacio de pocos cuerpos.
Aproximándose al penúltimo salto los dos favoritos, los hermanos Morley
Street y Granville Again estaban casi en cabeza, seguidos de Oh So Risky,
Fidway, Ruling y Royal Gait. Granville Again parecía venir
excepcionalmente bien, bajo la monta del as de los obstáculos, Peter
Scudamore, pero al saltar la valla tropezó y se fue al suelo
aparatosamente. Tras ese salto se vio como Morley Street cedía y era
rebasado por los perseguidores.
Oh So Risky tomó entonces la cabeza y Royal Gait que había encontrado
un hueco por el interior se le unió a la entrada de la recta final. Ambos
saltaron al tiempo la última valla, con Royal Gait a la izquierda de Oh
So Risky. Entre los dos y a medio cuerpo saltó Fidway y justo tras él
Ruling y Chirkpar. Fue impresionante ver en la televisión la lucha de los
cinco en el último tramo. A más de cincuenta kilómetros por hora una
ligera desviación en el salto hace que los caballos cambien su línea
tras el aterrizaje. Royal Gait se fue hacia la derecha y luego a la
izquierda. En el primer movimiento contactó con Fidway que
simultáneamente se vencía hacia su izquierda, pero en realidad todos los
caballos parecían oscilar de un lado a otro exigidos al máximo bajo las
fustas de los jockeys. Fidway cedió, pero Oh So Risky y Royal Gait
continuaron su lucha hasta la meta, perseguidos por Ruling. Royal puso
entonces en juego todo su viejo espíritu luchador, el mismo de cuando
cinco años antes disputaba la victoria a Higinio en la recta de la
Zarzuela y a Satco en la de Longchamp. Al llegar el poste estaba delante
por medio cuerpo. “Simplemente resistió un poco más que nosotros en la
cuesta arriba” dijo el jockey de Oh So Risky.
La sombra de la dramática descalificación de Ascot, cuatro años
atrás, se extendió por Cheltenham cuando a poco de terminar la carrera
se anunció una investigación de oficio sobre el incidente entre Royal
Gait y Fidway. Pero el control filmado mostró claramente que fue Fidway
el principal responsable de la ligera colisión al desplazarse el primero
hacia la izquierda mientras su jinete perdía momentáneamente las
riendas. Se ha comentado si influyó en los jueces la voluntad de
compensar el distanciamiento de Ascot, pero creo que es algo descartable.
Los responsables de Fidway no hicieron ninguna reclamación y al caballo
le quedaba ya muy poco fuelle. Es muy dudoso que el incidente hubiese
variado la posición en que llegó a la meta, cuarto a seis cuerpos de
Royal Gait.
EPILOGO.- Aquí acaba esta serie, porque sería muy triste comentar la
siguiente y última carrera de Royal Gait. Por si alguien no lo recuerda
Royal murió con los estribos puestos en el hipódromo de Leopardstown el
30 de diciembre de 1992. Su historia fue gloriosa y extraordinaria hasta
en su mismo final. Unicamente si logro "escanearlas" pasaré por
el foro unas viejas fotos de su carrera en Cheltenham.
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