Llega el momento íntimo, el más personal.
Cada miércoles por la mañana uno no se siente del todo tranquilo
hasta que no cae en sus manos el papel, el verdadero transmisor de todo lo
que acontece en el mundo del turf.
Hace muchos años ya, las nuevas tecnologías se abrieron paso en el
mundo de la información. Sin embargo, pese a su progreso, el papel sigue
desempeñando una función clave, su función, en la transmisión de dicha
información. Quizá se trate de una cuestión personal, los vistazos, los
apuntes, arrancar una página, un comentario, una fotografía. Doblarlo,
guardarlo y llevarlo contigo allá donde quieras. No molesta, no vas
sólo, llevas tu programa, tus intuiciones, tus números, entregas al
papel tu sabiduría a cambio de la información, un cariñoso préstamo.
Trabajar no sólo consiste en conquistar éxitos laborales, cumplir con
un horario, mandar o ser mandado. Hay otras formas de trabajar, mucho más
amenas, estudiar un programa de carreras es una de ellas. Sentado o de
pie, en el metro o en tu casa, inicias una lectura apasionante, una
lectura inteligente, quizá no cultivadora en lo humano, pero sí en lo
personal. Una lectura reflexiva, intuitiva, cifrada y cuestionada.
Día tras día prolongas su lectura, unas veces repites, otras terminas
antes de sonar el timbrazo que anuncia el primer asalto. Unos consiguen
doblar la resistencia de unas páginas perfectamente recortadas, otros
mantienen intacto el papel, símbolo de pleitesía. Todos descuidan su
estética y toman notas, hacen comentarios, escriben símbolos, números,
apuestas, tachan nombres. El programa de carreras se convierte en una
herramienta personal.
Cada sábado por la noche uno se siente liberado. Los deberes ya están
hechos, y sólo la fortuna para bien o para mal será la causante de tus
éxitos o tus fracasos.
Mimado o no, abierto o cerrado, en mano o en el bolsillo de la chaqueta
o del pantalón. Se usa pero no se gasta. Las imágenes, los comentarios,
las entrevistas, los partant, los resultados, todo se mantiene con el
tiempo. Para los forofos, el armario, una segunda oportunidad, una segunda
vida. Para los menos aficionados, la mesa del salón, o una pila de
revistas, prensa o cualquier cosa, un día, una semana, el cubo de la
basura aguarda.
El domingo, el día de carreras. Para todos, un acto solemne. Nos
vestimos para la ocasión. Con o sin prismáticos, el programa nunca
falta. Su olvido es una preocupación, un disgusto, una tristeza. En el
recinto para saludar, para prestar, para volver a leer y sobre todo para
animar. Con fuerza, redoblado, con el puño en alto, o como fusta, contra
la pierna, contra la mano, todo por tu opción, por tus estudios, por tu
empeño, por tu tiempo, por tu ilusión, por tu dinero, por tu pasión.
Feliz Navidad y próspero año 2.006 para todas las personas de buena
voluntad.
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