Madrid se rinde a otro culé purasangre
• 'Young
Tiger', el gran triunfador de la temporada de carreras de caballos,
pertenece a la cuadra azulgrana de Javier Gispert
JOSÉ I. CASTELLÓ
BARCELONA
La historia no es nueva. Hace casi un mes se vio
por televisión: miles de personas aplaudiendo la exhibición de
Ronaldinho sobre el césped del Bernabéu. Ahora aplauden a rabiar a Young
Tiger, el caballo culé de Javier Gispert Nolla, que en la hierba del
hipódromo de La Zarzuela ha abusado de sus rivales y ha encandilado a
todo Madrid. Con insultante superioridad. Y hasta tres veces consecutivas,
lo nunca visto. La última, ayer, en los 2.400 metros del Memorial Duque
de Toledo, la carrera más importante del año, montado por el francés
Jean Bernard Eyquem.
La comparación vale la pena. Young Tiger es un crack. El
gran triunfador de la temporada. Un lujazo para el turf español, capaz en
siete días de fulminar, primero, a los más rápidos y humillar, luego, a
los fondistas. Este purasangre francés desencadena sentimientos
apasionados. Dentro del hipódromo, por su poderoso galope; y fuera, por
su curioso pedigrí azulgrana. Detrás de este aristócrata de las cuatro
patas hay una historia de tres generaciones culés.
Los colores de Young Tiger son los de una cuadra histórica, la
cuadra Barsa, que hoy, por capricho de la legislación del turf francés,
donde tiene estabulado sus caballos, corre a nombre del propietario. "Aunque
participen bajo mi nombre, Young Tiger y el resto de purasangres
pertenecen a la cuadra Barsa, fundada en 1981. La registre con s
porque temí que la llamaran Barca. Desde entonces, todos mis caballos
siempre han galopado con la chaquetilla azulgrana", afirma
Gispert.
La devoción que siente Gispert por el Barça viene de lejos. La familia
Gispert es culé de alta alcurnia. Socia de toda la vida. Manejan carnés
con números entre los 300 primeros. Todo tiene su punto de partida:
Javier Gispert es hijo de Carlos Gispert Serradell y nieto de Rafael
Gispert Díez, directivo en los años 30 de la junta presidida por Esteve
Sala (1934-1935).
Este barcelonismo lo profesan desde Madrid, donde viven. Y no se esconden.
El mismo Javier Gispert lo declaró, el pasado domingo, en el hipódromo
al que le llevó por primera vez un día su padre. Fue allá en los años
60. "Mi padre empezaba a acudir a La Zarzuela y tras una carrera
de venta decidió con otros socios comprar un caballo", dice
Gispert.
Carlos Gispert Serradell, de las cajas registradoras Gispert, fundó en
1952, junto a su hermano Eduardo, el Cercle Català de Madrid. Después
creó la Yeguada Cataluña y más tarde aceptó ser el tesorero de la
Sociedad de Fomento de la Cría Caballar, la entidad que rige este
deporte. Ahora se entretiene viendo correr los caballos de su hijo y
celebrando los goles del Barça.
Su hijo Javier es quien ha cogido el testigo hípico del padre. Y está
consiguiendo algo grande. Está forjando una leyenda azulgrana en la nueva
era del turf español. Todo con un caballo capaz de ganar una semana sí y
otra también. Un purasangre de cuatro años que costó tan sólo 12.000
euros y lleva ganados más de un millón en premios.
A Gispert le falta por cumplir un sueño: que el Barça le reconozca la
tarea de evangelización culé que realiza en los hipódromos de todo el
mundo.
Noticia publicada a la pàgina
123 de l'edició de 12/12/2005 de El Periódico - edición impresa
|