Una
nueva apuesta por los caballos (I)
• El
hipódromo de La Zarzuela reabre las puertas, nueve años después de su
cierre, de la mano de la SEPI y las quinielas
JOSÉ
I. CASTELLÓ
BARCELONA
Para muchos es la última oportunidad.
Otros, en cambio, no quieren ir tan lejos. Después de nueve años
cerrado, abandonado a los topos y al botellón, el hipódromo
madrileño de La Zarzuela abrirá de nuevo sus puertas este fin de semana
con una oferta contundente: carreras, quinielas, televisión en directo,
un millar de purasangres y una inversión de 50 millones de euros para
reactivar una industria agonizante que ha dicho ¡basta!
El turf, como así se
conoce también a las carreras de caballos, es el último deporte que
queda en España por popularizar. El caballo de carreras, el llamado
purasangre inglés, es una pieza única creada para ganar. El único
animal doméstico del que se guarda un historial individualizado desde
hace más de dos siglos. Verlo empujado por su menudo jockey a una
velocidad que a veces supera los 60 kilómetros por hora provoca un
entusiasmo indescriptible. Son minutos de emoción que únicamente han
encontrado consuelo estos años en los hipódromos de Lasarte (Guipúzcoa),
Mijas (Málaga), Santa Lucía (Gran Canaria), Pineda y Dos Hermanas (ambos
en Sevilla).
La Zarzuela descabalgó
hace tiempo. Pero ahora vuelve y espera no repetir los errores del pasado.
Desde que el empresario Fernando Sarasola, amigo personal de Felipe González,
decidiese cerrar por deudas en 1996 el hipódromo madrileño, lo que ha
sucedido hasta hoy ha sido un rosario de dificultades. Víctima del
abandono, Patrimonio Nacional, propietario de la finca, convocó dos
concursos de adjudicación fallidas, hasta que por mandato parlamentario
otorgó en 2003 la explotación del recinto a Hipódromo de la Zarzuela
SA, participada por la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones
Industriales) con un 90% y por Loterías y Apuestas del Estado (LAE) con
el 10% restante.
Fuerte inversión
La SEPI se propone,
con una inversión de 50 millones de euros (más de 8.000 millones de
pesetas) que los galopes y los gritos de entusiasmo volviesen a La
Zarzuela. Abrir un hipódromo nuevo no era fácil, y menos con una
industria fustigada por los errores y desesperada por la reducción de su
cabaña (de 1.300 purasangres a tan sólo 300). Pero lo ha conseguido.
Aunque sea desde unas gradas portátiles por imperativo legal, ya que la
tribuna, al ser bien de interés cultural, necesita una autorización del
Ministerio de Cultura para ser restaurada. Estamos hablando, eso sí, de
un señor hipódromo: una pista de hierba de 1.725 metros de cuerda, una
de arena --la mejor de Europa--, cinco carpas, 50 terminales para apostar,
2.000 plazas de aparcamiento, 25 monitores de televisión, restaurante
panorámico...
Si la misión de la
SEPI es sanear y consolidar este espacio público, la LAE se encarga de
desarrollar la llamada apuesta exterior. Esta quiniela que se hace
fuera del hipódromo se jugará según dos modalidades: una para profanos,
la Lototurf, donde contará la suerte, y otra para entendidos, la Quíntuple
Plus. Del éxito de la apuesta depende buena parte del futuro de esta
industria. Por no decir todo, como asegura Agustín Aulet, el presidente
catalán de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar, la entidad que
rige los destinos de este deporte: "La
apuesta es el motor que dinamiza todo este sector: cría, hipódromo,
carreras, inversiones y aficionados".
Amplio calendario
Para ello se ha
previsto un plan: carreras todo el año, con un calendario condenado a
galopar domingo tras domingo. Se emitirán programas de televisión y se
popularizarán sus protagonistas. Los Claudio Carudel o Ramón Mendoza ya
son historia y sus puestos están reservados para jinetes como Jorge
Horcajada o propietarios como el presidente del Xerez Club Deportivo,
Joaquín Morales. Otros vuelven, como el expresidente del Real Madrid,
Lorenzo Sanz, quien no se exilió en Francia, como hicieron otros,
y prefirió desmantelar su cuadra para esperar pacientemente. Hoy ya se le
ha visto en
Una
nueva apuesta por los caballos (II)
• El
hipódromo de La Zarzuela reabre las puertas, nueve años después de su
cierre, de la mano de la SEPI y las quinielas
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Hipódromo de lujo La
instalación de La Zarzuela ha sido remozada, desde los
boxes de salida hasta las tribunas, para albergar, a partir
de este fin de semana, las carreras de caballos. Foto: JOSÉ
RAMÓN LADRA
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Caballos, entrenadores y jinetes llevan ya
días preparándose intensamente para la gran cita del próximo
domingo en el hipódromo de La Zarzuela. Foto: JOSÉ RAMÓN
LADRA
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JOSÉ I. CASTELLÓ
BARCELONA
las últimas subastas
comprando ejemplares para la que ha sido su escudería de siempre: la
Cuadra Madrileña. No sólo Sanz se ha animado a contribuir con su
presencia al espectáculo de las carreras de caballos; otros muchos
empresarios españoles sondean el mercado para probar suerte en un
proyecto ilusionante.
Catalunya,
representada por las cuadras Montsia y Laia, fue cuna, hasta 1933, de uno
de los mejores hipódromos españoles, el de Casa Antúnez e, incluso,
ahora aún se organizan carreras en la coqueta instalación de Vilaseca-Salou.
Barcelona fue la segunda ciudad que más recaudaba, en los años 80,
mediante la desaparecida QH (quiniela hípica).
Nuevos empresarios
Unos vuelven, otros se
estrenan y los extranjeros miran de reojo el potencial del turf español.
No buscan en este mercado un feudo todopoderoso para jeques como Mohammed
al Maktum, quien hace unos meses dejó boquiabierto al mundo entero
desembolsando 9,7 millones de dólares por un potro de Storm Cat
(un coito de este semental se paga a unos 85 millones de pesetas), sino
que piensan en estratégicas inversiones. La agencia española SBA ya lo
ha hecho y se estrena justo después de celebradas las carreras del
domingo con su primera subasta de caballos. Lo explica Manuel Álvarez,
socio de la agencia: "Si
la respuesta de los compradores españoles es satisfactoria estaremos en
pocos años igualados a muchas de las mejores subastas
internacionales".
De una subasta así
salió hace dos temporadas el purasangre argentino Fol Parade, el
Ronaldinho de los hipódromos españoles, ganador de todo lo que ha
corrido este año y elegido para ser el crack que tire de la afición.
Un caballo codiciado por más de un propietario y empresario. "Sorprende
el interés que están mostrando muchas empresas en adquirir un caballo
para promocionarse y competir con sus colores. En cinco años pueden ser
las principales propietarias de las cuadras",
asegura Álvarez. Hay quien piensa que, en los próximos cinco años, el
turf puede equipararse al motociclismo o la vela y no sería extraño ver
correr en las pistas a más de un purasangre con los colores de Telefónica,
Freixenet o La Caixa.
Pero antes de todo
eso, La Zarzuela debe ganar su carrera.
Noticia publicada en la página 73 de la
edición de 10/20/2005 de El Periódico - edición impresa.
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