Puesto que apunté ésta posibilidad hace unos días, y como parece que lo
que escribo interesa a algunos foreros, me atrevo a redactar unas líneas
sobre Fitzcarraldo.
Seguro que hay otros que puedan aportar muchos más datos sobre el
abuelo materno de Forty North. Vaya pues por delante el reconocimiento por
mi parte, de que escribo más impulsado por cuestiones emocionales que en
base a conocimientos exhaustivos sobre este hijo de Cipayo.
Hace doce años realicé un viaje de esos en los que se saca el billete de
ida pero no el de vuelta, por que en la partida no se tiene claro siquiera
que uno desee regresar. El caso es que aproveché la ocasión para darme
un pequeño banquete de turf argentino, en los hipódromos Bonaerenses.
Para los que no conozcan aquello, sólo mencionaré que la abundancia de
recintos, días de carreras y caballos en competición es monumental.
Demasiados nombres para el recién llegado, imposible controlar
medianamente el asunto, cuando el tiempo es escaso. Para no extenderme,
confesaré que ante aquel barullo hípico, tan sólo dos sementales de
aquel momento quedaron en mi memoria como algo especial, por la expresión
del galope de sus hijos: Egg Toss y Fitzcarraldo.
El primero de ellos, era un Buckpasser que otorgaba a sus vástagos un
físico monumental, que pese a todo resultaba efectivo en carrera. Allí
en los programas, figura el peso de cada ejemplar, y los hijos de Egg Toss,
no bajaba ninguno de los quinientos kilos, cuando la media se cifraba en
torno a los cuatrocientos cincuenta.
Algo más ligeros, pero también grandes eran los Fitzcarraldos. Los que
yo contemplé en el padock, todos eran zainos, de pelo brillante y ojos
expresivos, con grandes masas musculares cubriendo un esqueleto que se
adivinaba indestructible. Eran bichos que entraban por los ojos; parecían
el resultado de una crianza formidable: mitad producto de buenos genes
mitad obra de una buena pradera. Concretamente retengo en la retina la
victoria de dos hijos suyos. En el primer caso se trataba de un Handicap
de categoría en el que al Fitzcarraldo en cuestión le habían adjudicado
el Top de la escala. Los pronósticos le daban como mucho colocado, puesto
que se suponía ya había alcanzado el máximo de su valor. Sin embargo,
en la recta final, entró en cabeza y se batió como un jabato para
superar a su rival más próximo por un pescuezo (como allí suelen
decir). El otro ejemplar hijo de nuestro protagonista, que se hizo con su
respectivo compromiso, era un potro relativamente inexperto que se
enfrentaba a un lote de respeto sobre mil metros. Cierto que había ganado
una de sus tres carreras, pero sus rivales tenían un curriculum más
largo y brillante. A cien metros de la llegada el Fitzcarraldo, iba cuarto
a tres cuerpos de la cabeza, en el poste de meta sacaba dos cuerpos al
segundo. Fue visto no visto.
Las estadísticas dicen que Fitzcarraldo fue un buen caballo de carreras,
si no el mejor de su generación poco le faltó. Como semental superó las
expectativas. De hecho, su historia es la de un ejemplar que siempre hizo
más de lo que de él se podía esperar. Su origen no es extraordinario,
aunque hay elementos que justifican en parte su buen comportamiento. Hay
que reseñar que tuvo al menos seis propios hermanos entre machos y
hembras, y que él fue el mejor de todos ellos. Un mismo origen siempre
tiene un máximo y un mínimo potencial, que depende de infinidad de
factores. En el caso de Fitzcarraldo bien se puede afirmar que con él se
llegó al tope.
Por conectar la historia con nuestro turf, y aunque genéticamente no
tengan nada que ver, en el aspecto de resultado extraordinario para un
origen simplemente bueno, recuerdo los casos de: Principe Duero, Colorines
y Revirado. Casualmente todos nacidos en Torre-Duero, en sus años más
gloriosos. Habrá quien afirme que de sus genes cabría esperar a priori
ese resultado, pero yo soy de los que piensa que se trató de casos
excepcionales. De hecho los dos últimos tuvieron propios hermanos que no
llegaron a su nivel. Y también pienso, que esta clase de ejemplares
capaces de superar las expectativas de su origen, son buenos para la
cría. Con Fitzcarraldo se confirma esta impresión.
Albergo esperanzas de que una hija de Fitzcarraldo dé la campanada y
produzca un campeón. Repasando la nómina de sus nenas, hay una que me
parecía ideal para realizar ese reto: Doryanna, ganadora del Oaks
chileno, y digo me parecía porque según los datos a los que tengo
acceso, la mencionada dama aún no ha parido ningún foal y por su edad ya
debería haberse estrenado en tales menesteres. Esta yegua desciende por
su linea materna de la gran Doria, magnífica corredora y abuela materna
de Grecian banner, que nació en los Estados Unidos y fue Madre del año
en el pais del dólar. Creo que se trata de un caso único el de Grecian
banner. Su descendencia directa incluye a: Personal ensign (hija) -My Flag
(nieta) -Storm Flag Flying (biznieta), no sólo todas lauredas en Grupo I,
sino que las tres fueron en algún momento las mejores de su generación
entre las hembras estadounidenses. Perdón por irme un poco por los cerros
de Ubeda, pero es lo que tiene el mundo del Turf: tiras del hilo y no se
acaba nunca.
El que quiera más información respecto a Fitzcarraldo, puede ver su
historia en la siguiente dirección:
http://galeon.hispavista.com/lugarturf/campeones/fitzcarraldo.html
En cuanto a su foto, origen, y datos de su producción, una opción
como siempre es la de:
http://www.pedigreequery.com/fitzcarraldo
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