Se ponen de moda los platos combinados, suculenta ración en época de
hambrunas.
En 1944, cuando en la ciudad ha comenzado la gran corriente migratoria,
Otto Horcher inaugura el restaurante que lleva su nombre. Madrid debe
gratitud eterna a ese hombre extraordinario que fue Otto.
Poco después de la aparición de Horcher, abre sus puertas el “más
grande” de nuestros restaurantes, Jockey. Con la inauguración de este
templo de la gastronomía, Clodoaldo Cortés demostró su afición por las
carreras. Su presencia era familiar en nuestro ambiente, además de su
raigambre en el mundo hípico. Contaba con muchos amigos y era muy
conocido por su patrocinio del Premio Jockey y el Club 31, que forman
parte de la mejor tradición de nuestro calendario.
Ya había suficiente gente capaz de pagar una buena comida y un
restaurante de lujo no tenía por qué pasar dificultades. El nombre de
Cortés, como después el de Oyarbide, han quedado inscritos en la
Historia Gastronómica de Madrid.
Jockey y otros establecimientos acercaron a los madrileños a la época
del desarrollo, los Felices Sesenta y Setenta, caracterizados por la
pretensión social de comer fuera de casa. La abundancia de público
determinó un cierto decaimiento de la cocina popular en favor de la
llamada cocina internacional, más simple y rápida. Estos platos eran,
fundamentalmente, de origen francés. La pequeña burguesía urbana se
afanaba por imitar formas de otros entornos y fueron dejando a un lado a
nuestros clásicos.
Para cualquier gastrónomo medianamente exigente, Madrid cae entonces
en la inanidad culinaria porque el prestigio sólo se mantiene en esos “santuarios”
que son los locales clásicos. La buena cocina se refugia en las tascas,
más o menos ilustradas, y surgen establecimientos donde lo más
importante es la materia prima, especialmente mariscos y pescados.
Parabere, en la calle Villanueva, tuvo un significado muy especial en
la vida hípica de los años sesenta porque se celebraron muchísimas
Poules, en un ambiente distendido y con mucho sabor al verdadero mundo de
las carreras. Se organizaban peñas y grupos para asistir a la Temporada
de Verano en San Sebastián. Todos los Sábados nos reuníamos allí, con
verdadera ilusión, para efectuar la mencionada Poule anterior al día de
carreras. Se otorgan los premios del Concurso de Pronósticos patrocinado
por TELEVOX, en la calle O´Donnell, 6, siendo la afortunada del Primer
Premio Doña Antonia García, que recibió un soberbio Televisor Marconi
por su regularidad durante todo el año.
1968. En La Zarzuela se corre el Gran Premio de Madrid. “Tebas” una
hija de “Alfidir” y “Hallada” gana la carrera en una insólita
llegada donde bate por muy poco a “Florian” y “Donagua”.
De anárquico se pudo considerar el triunfo de la yegua de Alburquerque
en este Gran Premio donde la crítica, aficionados y revistas
especializadas en el tema, no encontraron explicación, ni encabezamientos
o comentarios, que se ajustasen exactamente a lo que acabábamos de
asistir en aquel histórico momento. Solamente se oía “Nadie entendemos
de caballos”. El Duque, en tanto, de forma discreta y caballerosa, dijo
que ganó porque tuvo suerte. Así es, si así os parece, escribió
Pirandello. Por lo tanto ¡Gloria a Alburquerque criador, propietario y
jinete! Todos los profesionales del látigo le felicitaron por su monta
sensacional. Y ésa fue una de las cosas con más sentido que el
aficionado pudo registrar en el Gran Premio de la Estupefacción.
Todavía las Tabernas y las Casas de Comidas en los años setenta son
admirables, como Luarqués, Casa Mariano, o la Fuencisla, en la calle San
Mateo, donde su dueño y amigo, Vicente, solía preparar una deliciosa
Ventresca, complementándola con un sabroso Queso en Aceite, procedente de
Alcázar de San Juan, y un Vega Sicilia bastante escaso por estos años.
La comida se finalizaba hablando de caballos porque entre los comensales
solíamos asistir algunos propietarios. En numerosas ocasiones
intentábamos colocarle un jaco a nuestro amigo Vicente. Incluso
ofreciéndole la opción de compartir algunos de los caballos con los que
contaba la Cuadra Josal (Syk, Isahaya, Salloa), o en asociación con uno
de mis mejores amigos. Pero ni así lo conseguimos. Él era muy escéptico
sobre el tema caballos, así que nos consolábamos después de la charla
con un buen Fonseca que desprendía un suculento aroma. Lorenzo Díaz lo
explica mejor que nadie en su fabuloso libro de Madrid, “Bodegones,
Mesones, Fondas, y Restaurantes”, editado por Espasa Calpe, con un
prólogo de Rafael Ansón.
También se abrieron varios establecimientos emblemáticos: La
Zamorana, Dulcinea, Mallorca, Casa Domingo, y la primera tienda de
Ultramarinos.
Madrid se convierte en el primer «puerto de mar» de España. Surgen
nombres que llegan hasta hoy, como el tradicional Bajamar, Korynto, El
Pescador, O'Pazo, Combarro, La Trainera y Kulixka, en la calle Fuencarral,
donde Chema, conocido por un servidor desde hace muchos años, sirve las
mejores Langostas de España que se pueden degustar en diferentes
versiones, sin olvidarnos de las deliciosas almejas y, en su temporada,
los mejores cangrejos que le llegan de Soria y tantos otros manjares que
nos dejamos en el tintero.
Galicia, y el País Vasco triunfan en Madrid pero alcanzan también
éxito las casas de comidas del Madrid antiguo, algunas con mucha
tradición, como Casa Aroca, en la Plaza de los Carros, donde Doña María
sirve los mejores pescados del día, entre los que destacan con mucho, sus
excelentes Lenguados de tamaño natural. Pero también triunfan Casa
Botín, en el Arco de Cuchilleros, Casa Paco, (¡qué recuerdos de
juventud!), y Casa Lucio, que se convierte en toda una institución, con
clientes de todo postín.
IMAGEN:
Rapapolvo al aprendiz por no obedecer las ordenes.
Galope: Con cronómetro en mano se sigue el entreno de los caballos.
Tebas: Todo se ha escrito sobre la yegua del Duque, y su "SORPRESON"
en el G.P.M.
Lucio: Amigo de sus amigos, siempre dispuesto a favorecer los deseos de
sus clientes.
G.P.M 1955: Touragua de Villapadierna se impone fácil en la llegada,
con monta del francés D.Chancellier.
G.P.M.: 1956: Capelán de Beamonte gana el G.P conducido por Pepito
Perelli en fuerte lucha con su compañero de cuadra Rocky, que se
fotografió para decidir el ganador. Hubo polémica con el resultado de la
foto de llegada.
G.P.M. 1957: Samarella sorprende en esta edición del G.P. batiendo ni
mas ni menos que a los favoritos Sultán el Yago y Roque Nublo de 4
cuerpos.
Nouvel An :Los colores Verdiblancos coparon con apuros las dos primeras
plazas, no sin apuros, imponiéndose Nilor a Wildsun que luchó mucho para
pasar a Palta II, a base de los estacazos que le propinó su jinete Grilli.
Infanta Isabel 1959: El "Batacazo" se llamó L'Oiseau Blanc (Andersen)
que se impuso de 3c a Mansour de Beamonte y Vamos de Villapadierna. Su
preparador F.Galdeano le presentó como un "cromo" en el Paddock.
Trofeo: Entrega de la copa por el Sr. Cortes a Jonescu propietario de
Palta II, que conducida enérgicamente por Larre, se llevaba el Premio
restaurante Jockey-Club 31.
La Zarzuela: Como en 1969, hoy en 2005 también La Zarzuela está a la
expectativa de que la gestión fructifique para bien, y que en Septiembre
abra sus puertas el añorado Hipódromo de Madrid.
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