Después de media hora de charla telefónica, de darle vueltas con
lacónicos mensajes a un asunto que parece no tener salida, mi amigo
Ramón suspiró y terminó preguntándome, mascullando una risilla,
porqué lo metí en esto. Como no encontré una respuesta convincente, me
salí por la tangente y contraataqué con otra interrogación: ¿Por qué
no me habré salido yo?
Ramón, que hace dos años llegaba a Pineda los días de carreras a la
hora del arroz y los garbanzos, se hizo de la noche a la mañana uno de
los fijos de cada reunión, y hoy, después de haber vendido al enjuto y
traicionero Cerezo (menos mal), aún tiene parte de la propiedad de un dos
años, una yegua de cría llena y una foal. Como si no tuviera bastante
con su hijo Carlitos. ¿Por qué lo metí en esto, Frank? Ojalá fueras
capaz de explicármelo. Y digo ojalá porque las veces que he hablado
contigo, Mani de mi alma, no me he enterado de nada de lo que me has
dicho.
Hace dos meses me llegaron dos informaciones. Por un lado la
configuración de la temporada de Sevilla, que empezaría el 9 de enero y
terminaría el 20 de febrero, con un hueco vacío el 13 de este último
mes porque, según acordó Sevilla Turf con Carrera Entertainment, en Dos
Hermanas se celebraría de forma especial, y por adelantado, el día de
los enamorados. Por otra parte, caía en mis manos el borrador de la
temporada de otoño del hipódromo nazareno: fechas, condiciones,
dotaciones, horario y hasta el nuevo concesionario del cátering. ¡Las
carreras se disputarían en la pista de hierba, la misma que yo cato dos
mañanas a la semana!. En ABC de Sevilla publicamos rápidamente todo lo
referente al meeting de Pineda, aun con las dudas que me asaltaban sobre
ese hueco extraño por el día de los enamorados. De la campaña otoñal
en Dos Hermanas no servimos ni una línea, ni siquiera cuando más
adelante nos llegó una información oficial del propio Ayuntamiento
nazareno. "¿Esto no lo damos?", me preguntó mi jefe.
"Vamos a esperar, Paco. De estos no me fío ni un pelo", le
contesté.
E hice bien, porque a veinte días de la teórica reapertura del Gran
Hipódromo de Andalucía, como bien saben todos ustedes, la anunciada
temporada de otoño tiene pocas posibilidades de celebrarse. Y me pregunto
yo: ¿sorprende esto a alguien? Me temo que no. Frank Mani, el
multimillonario hombre de negocios impolutos en Nueva York, francés
aunque, dicen, de nacimiento irlandés, no ha saldado la deuda que dejó
la saga de los Raynaud y su cabeza pensante, el maleducado Patrice
Gassembach (que es capaz de llamarme desde Ginebra para decirme que no he
escrito bien su apellido, y ojalá lo haga para mandarle, otra vez, al
cuerno). No sé si saben ustedes que hace unas semanas, el amigo Mani se
sometió a una entrevista en Canal Sur Radio, conseguida con mucho mérito
por el compañero Javi Franco, y tuvo el arrojo de responder, a su modo, a
las preguntas de Julio Díez, Jesús Ollero y servidor. Cuando se le
recordó que esa deuda seguía colgando, él, riendo, respondió que
muchos propietarios también están en deuda con la sociedad. Ya entonces
me pregunté porqué no habría dejado todo esto.
El hipódromo de Dos Hermanas, con todos sus fallos de diseño, que son
incontables porque quien lo dibujó no tenía los conocimientos
suficientes para abordar la tarea, tiene su potencial, por mucho que esté
lastrado por su magnitud y su frialdad. Es cierto que es como un
aeropuerto, pero algo se podría hacer con él. Sin embargo, desde que
creció sobre el suelo nazareno, ha sido despreciado. No lo ha querido
nadie. La desconocida sociedad Fourlong no lo quería, ya que sólo
buscaba la apuesta exterior; E-Quiniela tampoco, que sólo quería la
apuesta exterior; y Mani no lo quiere, que sólo buscaba la apuesta
exterior, aunque teniéndola lo único que ha hecho ha sido cargársela
del todo. Y el Ayuntamiento no lo quiere, porque si su mantenimiento es
caro, organizar carreras ni les digo.
Pero ahí está. Frío, casi abandonado a su suerte, viendo pasar los
días, las lluvias, las heladas, el invierno, la primavera, el verano y su
bochornoso calor... Y arropando a los caballitos que cada mañana salen a
su pista de arena a correr para seguir viviendo el sueño de las carreras,
en cualquier otro sitio. Sigue habiendo gente que piensa que lo extranjero
siempre es mejor, pero el error es craso. Fuera hay muchos más inútiles,
incapaces, insolventes y engañabobos que en España, sólo porque fuera
hay mucha más gente. Pura estadística.
Por eso habría que empezar a pensar, con humildad y modestia, en darle
vida al hipódromo de Dos Hermanas con los medios y con la gente de la
tierra. Habría que empezar a pensar en una gestión local, racional y
prudente como la de la Asociación de Carreras o Sevilla Turf, e ir de
menos a más. Poquito a poco. Arrimando el hombro. Todos.
Siento, querido Ramón, haberte metido en esto. Pero yo no lo puedo
dejar. No. No puedo porque lo necesito. Tengo el turf en la sangre, y
necesito saber del romanticismo de los admirados amigos que han comprado a
la vieja Teresa; y necesito saborear el remate espectacular de Bago en el
Arco; y necesito que abra el hipódromo de La Zarzuela (¿dónde te
escondes, Máñez?). Y ustedes, los que han llegado a leer hasta aquí,
está claro que también necesitan del turf. Somos pocos, pero tenemos que
hacernos fuertes por muchos manis que vengan a convertir nuestros sueños
en pesadillas. Vaya pesadilla, Frank.
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