Carolina, eres fatalmente incorregible.
Tu frivolidad para prestidigitar con las palabras sigue intacta pese a
todo.
Cuando releí tu carta de la semana pasada, en la que sacabas
conclusiones universales de anécdotas triviales, te vi, a través del
dorondón londinense, en el Veritas con trece años y el baby costroso,
engatusando a la Gálvez en clase de Lengua.
Conmigo no te vale la magia, Matilda Warmwood. Te diré que no comparto
tu punto de vista - si es que eso es lo que ves, cosa que dudo - en
relación con la suerte del caballo gris ese. Me parece, en palabras
tuyas, una tempestad en una lágrima, sólo disculpable en el contexto de
la tisis, galopante por supuesto, que vive vuestro leucopénico turf.
Recuerda lo que dice la Duquesa de Carroll: "If everybody minded
their own business, the world would round a deal faster than it does".
Pues eso. Y tú deberías aplicarte la conseja y emplearte más en tu
corazón y menos en el alma de los otros.
Aquí lo tienen, por el contrario, bastante claro: propietarios y
apostantes son intocables y todo pende de ellos.
En relación con los primeros, ayer dieron en Sky Sports una curiosa
noticia que a una mente como la tuya le interesará. Penny Chenery,
propietaria de Meadow Stud y criadora de SECRETARIAT ha sufrido un
infarto. Nada de particular dado que la señora suma ochenta y dos
veranos, excepto porque el médico que la ha operado se llama...Breeding.
Si el destino no está escrito, está, cuando menos, dibujado.
Los apostantes ingleses estamos de enhorabuena por el thriller "Fallon
o cómo proteger al apostante". Por cierto que aún me dura la rabia
por la victoria de DOYEN en el King George. No soporto la prepotencia de
Godolphin y ¡vaya año! No fuimos - Henry tenía, supuestamente, comité
de no-se-qué en el Banco - pero me había jugado 500 libras en contra con
Chandler.
Yo era, Carolina, privadamente y por mero sentimentalismo, anti Kieren
desde que se permitió batir a PUNCHY con MR DINOS en la homérica recta
de la Gold Cup. Pero después, cuando se come ocho largos con BALLINGER
RIDGE me hice militante. Henry, ¡qué simples son algunos hombres! dice
lo de la presunción de inocencia, que ha ganado la estadística seis
veces y que monta para la Reina. A mí, me parece el típico cabrón.
Fallon, se entiende.
El efecto de la película es, como te decía, la movilización de todos
los pesos pesados, Jockey Club y Betfair a la cabeza de la manifestación,
en defensa de los apostantes y de la limpieza. Lo patológico no es tener
problemas. Lo patológico es no afrontarlos, ¿no crees? y un incidente
que podría haber sido visto como una prueba de la corrupción de las
carreras de caballos y, lo que es peor, del juego sobre las mismas, por la
unánime y enérgica reacción, se lee en el Reino Unido como una
demostración de la integridad del Sistema. El imperio de la Ley. Sólo
por esto debería apostar el domingo a RULE OF LAW en el ST Leger, pero ya
sabes. Antes muerta que ganar dinero con Dettori y los suyos. Así que sin
que se entere quien yo sé, voy a llamar a Victor y me voy a jugar un each
way a LET THE LION ROAR con QUIFF. ¿Quieres una parte?
Poco más, Corazón. Ahí fuera ya estará oscuro y aquí dentro hay un
olor denso a moqueta inglesa y a silencio. Henry quiere que nos vayamos a
vivir juntos a Cadogan Crescent pero yo no tengo más ilusión que perder
de vista esta moqueta. ¿Vale la pena el dolor? Estoy seriamente sopesando
tu oferta de que nos vayamos juntas a un viaje exótico. ¿Cuándo
empiezas las clases en la Universidad?
¿Hay hipódromos en Birmania?
Yo también.
Amelia
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