World of breeding. La manipulación humana. Conjunción de factores. La calidad del caballo y del aficionado (por Red Rum)

Foro A Galopar & Turfinternet, 04/09/2004


El pasado mes de agosto Din Liebman, Director Ejecutivo de la publicación BloodHorse, se hacía eco, como otros tantos, de la futura vida y salud de nuestro turf. Opinaba sobre cuantos males le acecharán en pocas fechas, como si de un diagnóstico médico se tratara en base al las nuevas amenazas, o no tan nuevas, que padece a día de hoy la humanidad.

El citado artículo, un pequeño esbozo de apenas medio centenar de líneas, acumula las tres grandes gestiones de nuestro turf. Por este orden, medicación, apuestas y cría. Ciertamente se me antoja concluyente pero poco deshilachado, en virtud de la importancia que cada apartado merece. Y todo un suponer tan importante como este necesita tener entrañas, vicios y cuerpos extraños que poder combatir para conseguir un turf más próspero.

Por encima de combinaciones y medicamentos, la gran obra de arte seguirá siendo la cría. Es mi apuesta personal, y la de muchos otros, mantener viva la esperanza de millones de aficionados al ver contemplar el galope de gran clase de los equinos más capacitados, esa “otra raza”.

<<Hombres sabios e influyentes aconsejan al combativo y esforzado novato “dejar el mundo como está, que ya es bastante difícil mantenerse en esta nueva vida que nos toca”>>. Parece un riesgo infinito con escasas opciones de éxito, pero la lucha nunca debe darse por perdida.

Si extrapolamos este pensamiento, convertido en conducta, al mundo del turf, la sensación de congoja ante el devenir es inmensa. Volviendo al artículo del Sr. Liebman, el futuro de la cría padece un cáncer terminal. La cría sólo como proyecto comercial, grandes books de cubrición, o lo que es lo mismo, cada vez más bajos ratios de corredores sobre nacimientos, y no digamos ganadores sobre corredores, o ganadores de stakes sobre corredores. La compra de yearlings machos basada en la proyección a corto plazo como sementales. ¿Qué espacio tendrán entonces las carreras para caballos de edad, y los reclamares?. Estas son algunas de las reflexiones manuscritas en este artículo del montón, tratando de desvelar o más bien alertar sobre un futuro no muy lejano lleno de incertidumbres.

Sin embargo, en manos de los propietarios y criadores más influyentes del nuevo siglo está la posibilidad de invertir el orden malévolo en torno al que gira nuestras carreras de caballos. Su apuesta debe ser clara y decisiva para erradicar la plaga que suponen los orígenes cada vez más orientados a la precocidad y velocidad. No se trata de aniquilar la velocidad, sino de recrear la normalidad, imperiosa hasta no hace mucho tiempo. He llegado a pensar alguna vez que con orígenes tan endiabladamente rápidos, algunos ejemplares serían incapaces de llegar tan siquiera a los 5 furlong. ¿Qué ocurrirá entonces con las grandes Cups?.

Siendo la variedad en otros ámbitos de nuestra vida un estado de culto en sí mismo, es, sin embargo, un peligroso incidente para el turf, según reflejan los nuevos intereses creados. Queda lejos ya el amanecer del turf, allá por el siglo XVIII de manera oficial, y hasta hace pocos años eran objeto de deseo aquellos ejemplares capaces de abordar distancias siderales sobre los hipódromos. Así comenzaron las carreras, sin embargo hoy todo parece perdido, desprestigiado.

Uno cree en el efecto rebote, como históricamente ha sucedido en las sociedades del mundo. Pero a la vez parece no haber fondo sobre la cría de purasangres cada vez más incapaces de abordar 100 metros más o menos sobre la que apuntalan como distancia ideal. Si algún atrevido lo consigue se le tratará como espécimen superior, algo que pareciendo razonable no comparto.

Sabido es por todos la incapacidad mundial por concebir, aplicar y obtener el caballo perfecto. Materialmente adosado a la imperfección humana, es impensable dar solución a este requisito, y espero nunca se logre pues estaremos dando la estocada final a las carreras. Pero ello no quita la benevolencia con que se trata a ejemplares imperfectos, inconsistentes e incapaces de lograr más objetivo que una carrera de nivel, si no el cada vez más influyente visado de cría por papel. Más preocupante aún si cabe logrado el objetivo sobre un corto metraje, todo aderezado con la mayor de la velocidades. Y es aquí donde todo el mundo se deja llevar. Nadie sabe o quiere poner freno a un cúmulo de in-facultades para la procreación de imperfecciones a un ritmo estremecedor.

Durante gran parte del año pasado la prestigiosa web del diario hípico Racing Post sacaba adelante una encuesta popular sobre los 100 ejemplares favoritos para el público de todos los tiempos. Mientras, las mentes más ancianas, sabias al paso del tiempo, daban la explicación más sencilla sobre el tema en cuestión. Decía así: < se trata del pueblo, y al pueblo no puedes llegarle si apenas te ven, pero además debes llegarles, tendrán que transmitir para conseguir su adoración >. Ciñéndome exclusivamente al top ten de dicha encuesta, muchos conocerán el resultado. Son Arkle, Desert Orchid, Red Rum e Istabraq dueños absolutos del corazón de los aficionados del turf en Las Islas. Allá donde también galoparon caballos como Brigadier Gerard, Persian Punch, Dancing Brave o Nijinsky. Dio lo mismo la especialidad donde obtuvieran sus mayores éxitos estos ejemplares, pero resulta determinante que cuatro grandes saltadores se llevaran la votación, acompañados por otros como One Man y Sea Pigeon. Al fin todos fueron grandes ejemplares, pero la clave está en el tiempo que pudieron los aficionados disfrutar de su galope en las pistas. Y más preocupante aún es el tiempo que ha pasado desde que estos héroes pasaron por las pistas. La ansiada renovación no se produce, aunque Best Mate y Giant’s Causeway quedaron relativamente cercanos al grupo líder.

Dicha conclusión tiene relación directa con la gestión de las apuestas. Existe una vertebración del apostante, uno de los más importantes soportes de las carreras, catalogado como no profesional, más cercano al aficionado visor que al propio apostante profesional. Hierran quienes no los cuiden y los mimen, pues carreras las habrá por cientos de miles, salvaguardando así al apostante, pero campeones, verdaderos galopadores, admirados por su calidad y consistencia a través del tiempo, sobre cualquier distancia, parecen no tener cabida en este turf actual donde los acontecimientos se suceden a marchas forzadas, como en la vida particular de cada uno de nosotros, y apenas nos dejan saborear los hitos de cada uno de los individuos que hacen de este deporte, el más espectacular de todos, el deporte rey.