Nos encontramos en unos tiempos en los que la industria del turf en
España va a tener una segunda oportunidad de echar a caminar. El símbolo
de este nuevo período será la reapertura del hipódromo de La Zarzuela.
Estamos en una época trascendental que exige una intensa reflexión sobre
las tendencias actuales de nuestra industria en el mundo.
Uno de los peligros más grandes va a ser el de comenzar por modelos
del pasado inapropiados para nuestra peculiarísima realidad actual.
Buscar como objetivo la resurrección de una QH nacional con fuerte apoyo
televisivo sería no tener en cuenta lo que ha cambiado la sociedad
española y la televisión en estos últimos 20 años. Aquel apoyo
televisivo de los años 80, hoy es absolutamente imposible. Pero incluso
la retrasmisión de una sola carrera soporte de una apuesta nacional
difícilmente sería factible en una de las cadenas nacionales (TVE,A3 y
T5). Su cuota de pantalla sería tan baja que no tardaría ni dos meses en
abortar, salvo el pago de una cantidad astronómica. Tenemos que recordar
que en Francia, un país en el que la carrera soporte de la popularísima
apuesta Tiercé-Quinté que durante décadas fue retransmitida en directo
por la televisión nacional francesa, hoy pertenece a la programación de
Canal Plus Francia, canal de pago.
Otro posible error sería el pensar que un modelo nacional tipo el PMU
francés sería la solución a nuestras necesidades. En este punto hay que
tener muy en cuenta el fallido experimento de E-Quiniela en Andalucía,
que se movía con parámetros similares a los de PMU, si bien bastante
caricaturizados. Un modelo nacional como el de PMU no valdría para
España porque esa red nacional francesa nació sobre una homogénea masa
social que giraba alrededor de los innumerables hipódromos franceses. PMU
nació con el objetivo de vertebrar un mercado ya existente a lo largo y
ancho del país galo desde hacía muchas décadas. En cambio casi todo
nuestro territorio nacional carece de mercado, salvo Guipúzcoa, Sevilla,
Madrid, Málaga y recientemente Canarias. En mi opinión la tarea de dar a
conocer y promocionar las carreras de caballos en toda España sería una
labor condenada a un seguro fracaso de tan hercúlea. El inicio de un
proyecto nacional dispersaría las muy necesarias energías requeridas
para acometer la resurrección de las diezmadas aficiones de Guipúzcoa y
Madrid, el mantenimiento y ampliación de la pequeña pero selecta
afición sevillana, la consolidación del turf costasolense y un
lanzamiento serio del novísimo turf canario, el cual, de manera similar
al malagueño, lleva dentro un enorme potencial.
Frente a gigantescos objetivos nacionales de corte napoleónico sugiero
el construir con solidez sobre los pequeños cimientos que poseemos: los
hipódromos de La Zarzuela, Mijas, Lasarte, Pineda, Dos Hermanas, Santa
Lucía y sus pequeñas masas sociales. Tanto el todavía embalsamado turf
madrileño, como el agónico turf guipuzcoano, el añejo y también
juvenil turf andaluz, y el lactante turf canario, necesitan dar un
gigantesco paso hacia delante y saltar de un concepto del turf propio de
los años 1930-1970 al ultra-contemporáneo concepto del turf como una
industria cuyo mercado y sus bases económicas son cada día más y más
globales.
Tenemos que tomar conciencia de que esta es la última oportunidad que
se le da a las carreras de caballos en España. Si esta vez fallamos los
hipódromos españoles pasarán definitivamente a las historia y nuestro
turf será estrictamente de simulcasting y juego internacional. Nuestro
amor por nuestros hipódromos no nos tiene que cegar ante la evidencia de
que, aquí y ahora, las carreras de caballos de nuestros hipódromos son
difícilmente vendibles a un público nuevo. En lo que concierne a lo
puramente deportivo-turfístico nuestras carreras actualmente son casi un
saldo y sólo serían vendibles como base para descubrir ese juego tan
apasionante que es el de las apuestas a las carreras de caballos. El punto
central de esta revolución modernizadora, en lo que hay que centrar todos
los esfuerzos, es en saber vender bien la intensa y apasionante diversión
que puede llegar a ser el juego de pronosticar y apostar a las carreras de
caballos. A los aficionados que desertaron hay que hacerles regresar por
medio de una nuevo producto y una calidad de servicio que los sorprenda.
Imaginemos a un antiguo aficionado madrileño que finalmente hace
bastantes años tiró la toalla y se divorció de su pasatiempo
predilecto. Imaginemos que junto a la noticia de que han abierto La
Zarzuela se entera de que también se ha inaugurado en la zona
metropolitana de su ciudad el primer Turf-Club-Bar-y-Agencia de apuestas
La Zarzuela. Un moderno local, bien decorado, con buen servicio hostelero,
con numerosas mesas, monitores de televisión y taquilla de apuestas a las
carreras internacionales del día y a los programas mixtos con las
nacionales los fines de semana. Imaginemos que nuestro resucitado
aficionado madrileño, tras ser informado, se encuentra con ATTRACTION en
los cajones de salida de Royal Ascot, invicta en sus 7 carreras, dispuesta
a conquistar un insólito hat trick de grupos 1. Al ver el espectacular
poderío de ATTRACTION, al asistir a la encarnación en una bellísima
potranca del concepto de suprema velocidad natural, nuestro retornado
volverá para siempre a su pasatiempo favorito. Volverá prisionero de la
irresistible atracción que las cumbres deportivas del turf global
encierran tanto para aficionados viejos y nuevos como para neófitos. El
caballo cumbre, el crack planetario, los BEST MATE, SMARTY JONES y las
ATTRACTION son el mejor director de marketing de la industria. Si hace
unas semanas SMARTY JONES fue capaz de arrastrar a Belmont Park 120.000
personas, este crack americano seguro que lograría reunir en esos
necesarios Turf-Club-Bar y Agencias Zarzuela a esos 1.000
aficionados-jugadores-diarios tan urgentes para el turf madrileño.
Propongo por lo tanto dos ejes de gestión básicos para este nuevo
ciclo: Por un lado vender el turf como la sofisticadísima actividad
deportiva que realmente es, dando a conocer a los cracks planetarios en
esos Turf-Club-Bar-y-Agencia en los que impere una gran calidad de
servicio, locales a los que den ganas de volver por su cuidado del
detalle, buena imagen y diversión garantizada, dirigidos por
profesionales de la industria del juego. De otro lado centrar todos los
esfuerzos en una campaña de divulgación de los apasionantes placeres que
conllevan las apuestas a las carreras de caballos.
Nosotros los aficionados sabemos que el handicaping, el arte de
predecir los caballos ganadores, no es para nada una lotería
pronosticable sino un sofisticado arte intelectual. En mi opinión el
concepto de lotería pronosticable es muy norteamericano en el sentido de
que en los EEUU, país en el cual las loterías, tradicionalmente
prohibidas, son un fenómeno relativamente nuevo y de gran éxito, es
arrimar la sardina en decadencia (las carreras de caballos) al ascua del
juego de moda (las loterías).
Pero la situación en España es la opuesta, ya que las loterías son
el juego tradicional y predominante cuyo mercado lleva años estancado o a
la baja, un mercado aburrido y agotado que está pidiendo a gritos
novedades. En España, el reino de las loterías, las carreras de caballos
sólo podrán conquistar su espacio poniendo énfasis en su radical
diferencia respecto a las loterías.
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